En el mundo de la inversión, los más adelantados ya están moviendo sus fichas, sobre todo en el tablero inmobiliario. Son los que leen entre líneas, los que están uniendo los puntos que faltaban por unir y atando los cabos que faltaban atar. Cada dato macroeconómico, cada grúa que se levanta, apuntan a una misma dirección. Se está consolidando una certeza sobre el próximo gran evento que transformará el valor del metro cuadrado en el país.
Durante años, fuimos testigos del crecimiento de Paraguay. Vimos cómo la construcción transformaba barrios enteros. Pero lo que viene ahora es distinto. No se trata solo de construir más, sino de hacerlo sobre una base de confianza totalmente nueva. Para que se entienda bien, el país está por recibir ese espaldarazo, un sello de calidad mundial que va a cambiar las reglas de juego para todos los que invertimos en metros cuadrados acá.
Este concepto que parece lejano tendrá un impacto directo en el valor de las propiedades y marcará el inicio de una era de prosperidad para nuestro sector. Y esto no es una simple teoría. Basta con mirar el caso de Perú para entender lo que se viene. A inicios de los 2000, era un mercado emergente con buenos fundamentos, muy similar al Paraguay actual. El día que obtuvo el grado de inversión, el efecto fue un antes y un después. En Lima, el metro cuadrado en zonas premium pasó de US $700 en 2004 a más de US $2.500 en menos de una década. El capital extranjero ingresó de forma masiva, el crédito se volvió más accesible y los precios inmobiliarios en Lima comenzaron una escalada de valor que hizo historia. En Medellín, tras alcanzar el grado de inversión, el valor promedio de la vivienda se duplicó en seis años. Las cifras hablan por sí solas
Estamos convencidos de que acá el efecto será el mismo, porque partimos de una base sólida similar. Tenemos una economía ordenada, un bono demográfico y un potencial gigante que solo espera ese sello de confianza para terminar de explotar.
Y ya no es una pregunta de "si ocurrirá", sino de "cuándo"
La discusión dejó de ser abstracta. Esta misma semana, el ministro de Economía celebraba que Fitch Ratings, una de las tres calificadoras más importantes del mundo, elevó la perspectiva de Paraguay a "positiva". En sus propias palabras, esto nos acerca a obtener el Grado de Inversión en un "período corto". Actualmente, Paraguay mantiene una calificación ‘BB+’ con perspectiva positiva, a solo un paso del ansiado ‘BBB-’ que marca el inicio del grado de inversión. Cuando las propias autoridades y las agencias internacionales usan este lenguaje, la señal es inequívoca. La puerta se está abriendo.
Esto, se sentirá en la tierra misma: en los metros cuadrados, en las tasas de los créditos, en el ritmo de las grúas y en los precios de los alquileres
Los cuatro efectos en cadena que cambiarán el real estate:
El Grado de Inversión pone en marcha cuatro motores que se alimentan entre sí y que transformarán nuestro mercado.
1. El dinero se vuelve más barato. Cuando un país es más confiable, prestarle dinero es menos riesgoso. Por lo tanto, los bancos y fondos internacionales ofrecen créditos a tasas mucho más bajas. Para los desarrolladores, esto significa que construir se vuelve más económico. Para la gente, los créditos hipotecarios serán más fáciles de obtener.
2. Aterrizan los grandes fondos de inversión. Existen gigantes financieros en el mundo, como fondos de pensión y aseguradoras, que por reglamento interno sólo pueden invertir su dinero en países que tengan este "sello" de Grado de Inversión. Hoy, Paraguay está fuera de su radar. Mañana, cuando lo obtenga, entraremos en su mapa de oportunidades.
Un caso concreto y contundente es Colombia. Tras obtener el grado de inversión en 2011, la Inversión Extranjera Directa en el país se duplicó en un solo año, saltando de US$ 6.800 millones a más de US$ 14.000 millones. No es solo más dinero. Es un volumen de capital completamente nuevo que empieza a considerar al país como un destino serio y estable
3. Llegan más empresas y talento calificado. Una multinacional que quiere abrir una sede en Sudamérica busca, por sobre todo, estabilidad. El Grado de Inversión es la garantía que necesitan. La llegada de estas empresas no solo crea una demanda inmediata de oficinas de primer nivel, sino que atrae a ejecutivos y profesionales que necesitan un lugar para vivir.
4. El Estado puede invertir más en infraestructura. Con acceso a crédito más barato, el propio gobierno puede financiar más y mejores obras públicas. El caso de Colombia es un gran ejemplo de este poder transformador. Después de alcanzar el grado de inversión, ciudades como Medellín usaron esa nueva capacidad de financiamiento para reinventarse con obras de alto impacto, como el Metrocable, que conectó barrios enteros. Cada una de esas nuevas rutas, puentes o líneas de transporte no solo mejoró la calidad de vida de la gente, sino que aumentó directamente el valor de las propiedades a su alrededor. Ese es el poder de la infraestructura. Se teje un nuevo mapa de desarrollo para el país y el valor inmobiliario sigue fielmente ese trazado.
Atando los cabos: Así se crea el círculo virtuoso
Como podemos ver, estos cuatro puntos no son independientes, sino que se entrelazan para formar un círculo perfecto.
El dinero más barato permite construir, justo cuando los grandes fondos y las nuevas empresas llegan buscando en qué invertir y dónde vivir. Todo esto, sostenido por un Estado que construye la infraestructura necesaria para que ese crecimiento sea ordenado. No es una ola, es una marea que sube y lo levanta todo a su paso.
El Grado de Inversión no será solo una noticia económica. El ladrillo paraguayo siempre fue sinónimo de estabilidad. Con el grado de inversión, esa estabilidad se convertirá en confianza global. Será el punto en que el Paraguay del futuro empiece a construirse, literalmente, ladrillo sobre ladrillo. Los que entiendan esto a tiempo no solo invertirán en propiedades, invertirán en historia
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