Desde que tengo uso de razón, hablar del Centro Histórico de Asunción era pura nostalgia. Era como hablar de castillos medievales majestuosos. Increíbles y hermosos, pero plaguearse por lo abandonados que estaban y, poco práctico para los negocios. Era la zona más difícil de defender. Era un "pasivo romántico", un castigo fiscal a los propietarios.
El problema era simple: el centro era una isla. Estaba desconectado, víctima de su propia historia, asfixiado por el tráfico y abandonado por un eje corporativo que, lógicamente, hizo su éxodo hacia donde había fluidez y ventajas fiscales.
Bueno, esa historia se acabó oficialmente
Lo que está pasando ahora mismo no es una "mejora", es un cambio de 180 grados. Y no es una exageración. Las Costaneras, tanto la Norte como la Sur, no son solo para ir a pasear el fin de semana. Son las arterias que terminaron con el aislamiento histórico de Asunción. Redibujaron el mapa en serio. El centro ya no es un lugar donde es argel llegar. Irónicamente, se ha convertido en el punto más conectado y fluido de la capital.
Pensemos en esto un segundo: gracias a la Costanera Norte, el Aeropuerto está a 20 minutos de la Catedral. No a la hora y media que podía tomar antes. Esta es una métrica, un dato duro, que por sí solo recalibra la viabilidad de cualquier proyecto hotelero, de Airbnb o de oficinas en el CHA. De repente, el centro compite y le gana en tiempo de traslado a los barrios más cotizados.
Si las Costaneras son arterias, el "paquete" de revitalización es la garantía de que el Estado, esta vez, se puso las pilas. El Estado no solo disparó la pistola de salida, sino que ya puso la plata sobre la mesa y las máquinas en la calle.
Esa licitación de G. 77.156 millones del MOPC para la Fase 1 es el arranque. Pero hay más en el horno. La revitalización del Puerto de Asunción, para ser el gran imán de turismo y gastronomía, y sumemos la licitación para la renovación integral del Parque Caballero, que será el pulmón verde y el ancla residencial de la zona. El Estado está proveyendo el "hardware" fundacional (calles, parques, puertos, accesos) a un nivel soñado.
Y justo cuando la infraestructura está lista, el Gobierno aplica el catalizador financiero para que los motores privados arranquen. La reducción impositiva histórica de hasta un 50%. La creación de la ZU16, que baja la base impositiva promedio de G. 540.000 a G. 257.795 por metro cuadrado, es la señal final. El mensaje es clarísimo, activen el centro, que ahora sí conviene.
Como bróker, mi trabajo es escuchar las dudas de mis clientes, del inversor que tiene el capital, pero también el miedo. Y las dudas que antes eran barreras infranqueables, hoy tienen respuestas:
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La Duda de la Demanda: "¿Y quién va a querer vivir o trabajar ahí?"
Hoy: Todos los que valoren su tiempo. El funcionario de Gobierno, el ejecutivo de banco (las casas matrices siguen allí), el nómada digital que aterriza y en 20 minutos está en su loft. La conectividad de las Costaneras crea nuevos perfiles demográficos. -
La Duda del Riesgo: "¿Y si el Estado no cumple? ¿La seguridad?"
Hoy: El Estado ya cumplió No se invierten G. 77.000 millones, ni se renueva un Puerto, ni se renueva el Parque Caballero para dejar todo “así nomás”. La apuesta pública es demasiado grande para dejarla caer. -
La Duda del Patrimonio: “Es una pesadilla burocrática restaurar eso".
Hoy: El recorte fiscal te financia la pesadilla. Ese 50% de ahorro en impuestos es, en la práctica, un subsidio que te da el Estado para pagarle al arquitecto especialista y aguantar la burocracia. Ya no es una barrera, es un costo financiado.
La pistola ya sonó. Ahora veremos dos tipos de corredores
Los primeros en tomar la posta serán los Sprinters. Inversores boutique, los arquitectos visionarios y el sector gastronómico. Ellos no necesitan construir una torre de 40 pisos. Su negocio es comprar una casona emblemática, aprovechar el recorte fiscal, y transformarla en el restaurante o el edificio de lofts. Van a demostrar que la demanda estaba ahí, pero dormida. Van a ser los casos de éxito.
Atrás, mirando atentos, vienen los "Maratonistas": las grandes desarrolladoras. Esas son más lentas para arrancar, necesitan ver el camino limpio. Pero cuando los visionarios demuestren que el negocio está, no van a comprar una casa. Van a comprar la cuadra entera.
Se terminó el tiempo de mirar el Centro con nostalgia. Es hora de mirarlo con una calculadora y un mapa nuevo. El trabajo de los brokers ya no es vender historia, es mostrar dónde está la plusvalía de la próxima década. Y está ahí. La carrera ya empezó.

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