Actualmente Núñez se encuentra trabajando en proyectos de desarrollo social con el Banco Mundial y apoya como voluntaria a la Red de Apoyo a Asentamientos, un grupo de organizaciones de la sociedad civil que colabora con las comunidades más vulnerables en tiempos de COVID-19.
¿Cómo ves el panorama actual? ¿Qué riesgos se corren en el periodo de cuarentena inteligente?
De forma particular me preocupa de sobremanera la situación de los barrios populares y asentamientos porque son los que sufrirán de peor manera las crisis. No hay un conocimiento acabado para gestionar los problemas que tienen estos barrios y asentamientos y eso puede ser una bomba de tiempo por las condiciones de hacinamiento, las materiales de las viviendas no son adecuados, por lo que las medidas de higiene se dificultan y la ubicación de estos polos es cercana a las zonas productivas de las ciudades.
Solamente en el área metropolitana hay 250.000 personas viviendo en asentamientos sin condiciones adecuadas de provisión de agua, no hay una toma de conciencia generalizada a la hora de prevenir contagios y no hubo una política de instrucción específica para este sector.
¿Qué crees que se podría haber hecho en estas zonas aparte de concientizar?
Todo este tiempo de cuarentena estricta tuvimos que haber aprovechado para capacitar a los liderazgos comunitarios que son capaces de dar una acción rápida si se identifica una persona con síntomas. El Ministerio de Salud tendría que haber pensado en un protocolo específico para estas áreas dada la magnitud del problema, porque lo que ocurra dentro de este sector puede repercutir en el resto de la sociedad.
Perdimos tiempo valiosísimo al no elaborar un proyecto especial, tampoco hubo un trabajo social, no se aseguró la provisión de agua como otros países que crearon conexiones masivas. Tampoco habilitaron albergues de manera masiva para personas con COVID-19 y para la población de riesgo, aprovechando la estructura ociosa que existe alrededor de estos barrios populares.
Por otro lado es necesario que se piense en un proceso de recuperación económico y social de estos barrios que serán brutalmente golpeados.
¿Este momento podría ser utilizado para trabajar en proyectos integrales para la vivienda?
El momento presenta la oportunidad para transformar las cosas en general. Una crisis no se transforma automáticamente en un mejor futuro, hay que generar esas condiciones, conversar, encontrar espacios de incidencia, entre otras cosas.
Aún no conocemos lo que es soportar un pico de contagios de COVID-19, si no tenemos capacidad de sostener como población los buenos resultados que tuvimos hasta el momento podemos echar todo por la borda. Estamos a tiempo de seguir pensando en cuáles serán las políticas que necesitamos como país, no solo en lo que respecta a la vivienda sino a otros aspectos que quedaron en evidencia con esta crisis sanitaria.
¿Son suficientes los subsidios ofrecidos por el Estado para contener a las personas con ingresos afectados?
El Gobierno lastimosamente demoró demasiado, hubo un momento en el que la gente empezó a sentir el impacto de la paralización económica. El subsidio Pytyvõ fue más eficiente que Ñangareko pero personalmente creo que aún no se atendió a personas que tal vez no cuentan con un teléfono celular o tienen dificultades para utilizar las nuevas tecnologías.
Sin embargo, me parece que fue acertado servirse de recursos tecnológicos porque hacer todo lo que se hizo de forma más tradicional iba a ser más complicado. En cuanto a los recursos que maneja el Estado creo que se asistió todo lo que se pudo, pero los sectores de las mipymes quedaron asfixiadas y continuarán así, por ende habrá una cantidad masiva de desempleo.
El Gobierno y el sector financiero deben cooperar para ayudar a que las mipymes puedan contener el empleo.
¿Cuál es la solución para el problema de los ingresos del Estado?
Estoy convencida de que se necesita una reforma del Estado pero desde una perspectiva integral y no meramente administrativa. Hay que forzar para que las condiciones políticas se generen o de lo contrario continuaremos con la ineficiencia en el gasto y con elevados índices de corrupción pública.
El Estado de Derecho debe funcionar, se debe reformar los tres poderes y por ende es complejo cambiar, no se trata de apretar solamente una tecla. Con respecto a los ingresos, es pertinente analizar y reformar tanto el tema tributario, aduanero y el uso de royalties, solo de esta manera lograremos un gasto direccionado a las necesidades de la mayoría de la población.
En el mundo hay ejemplos de combate contra el COVID-19 mediante la seguridad social, sin embargo, en Paraguay el Gobierno no tenía ni siquiera identificado a quién asistir porque el sistema de información no era bueno.
Volvió a renacer la discusión sobre la mayor participación del Estado a nivel mundial, mientras que en Paraguay se habla de achicarlo, ¿cuál es tu opinión?
La reforma del Estado no debe pasar por achicarlo, es más, cuando se lleva a ese ámbito la discusión se evita hablar de lo importante. Paraguay no es de los estados más grandes, lo que necesitamos es un Estado fuerte que asegure el acceso de la gente a los bienes públicos que el mercado nunca te los va a dar: educación, salud, seguridad.
Esto se estuvo debatiendo mucho a nivel mundial más que nunca y queda claro que los países necesitan un sistema de salud fuerte, trabajar con los patrones culturales para incentivar la medicina preventiva y preparar a la población para afrontar este tipo de crisis, que probablemente no será la última si no transformamos nuestro modo de vivir a nivel global.
¿Te hubiese gustado estar a cargo de alguna institución durante toda esta coyuntura?
Siempre estoy a disposición para servir al país desde cualquier lugar y si me tocaba estar en la función pública iba a entregar todo como lo hice cuando fui ministra. Creo que "gustar" no es la expresión correcta, pero cuando uno tiene cierto sentido de responsabilidad siempre se pone en posición de servir.
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