En una publicación de este mes, ONU Medio Ambiente informó que la degradación ambiental puede acelerar la diversificación y los procesos evolutivos de las enfermedades, ya que los patógenos se propagan fácilmente al ganado y los humanos, según científicos. Mientras tanto, la OMS manifiesta que los murciélagos son el portador más probable del COVID-19, sin embargo, es posible que el virus se haya transmitido a los humanos desde otro huésped intermedio, ya sea un animal doméstico o un animal silvestre.
El organismo sostiene que los coronavirus son de transmisión zoonótica, es decir, se contagian de animales a personas, e investigaciones anteriores señalan que el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) se transmitió de gatos de civeta a humanos y que el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS) se contagió a través de camellos.
En su Informe Fronteras 2016, ONU Medio Ambiente advirtió que las zoonosis amenazan el desarrollo económico, el bienestar animal y humano, y la integridad de los ecosistemas. De este modo, fueron varias las enfermedades que causaron o amenazaron con causar grandes pandemias, entre ellas el ébola, la gripe aviar, la fiebre del Valle del Rift, el virus del Nilo Occidental y la enfermedad por el virus del Zika.
El mismo reporte estima que en las últimas dos décadas las enfermedades emergentes tuvieron costos directos de más de US$ 100.000 millones, cifra que llegó a ser de billones de dólares cuando los brotes se convirtieron en pandemias.
El organismo resalta la importancia de tratar las múltiples amenazas que a menudo interactúan con los ecosistemas y la vida silvestre con el fin de evitar la aparición de enfermedades transmitidas por animales, incluida la pérdida y fragmentación del hábitat, el comercio ilegal, la contaminación, las especies invasoras y, cada vez más, el cambio climático.
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