Según Zárate, el sector aún se encuentra en una fase de construcción. “Tenemos cantidad de cabras en el país, pero no tenemos la formalidad en las ventas ni la organización que sí tienen otros rubros, como el ovino”, afirmó. A diferencia de la producción de ovejas, donde existen cabañas consolidadas y una oferta clara de reproductores, en caprinos hoy apenas dos o tres establecimientos son ampliamente reconocidos, mientras que muchos otros operan de forma aislada y sin visibilidad.
Durante 2025, uno de los hitos fue la mayor presencia del sector en exposiciones ganaderas. Para Zárate, estos espacios son clave para mostrar el potencial de la especie y atraer a más productores. “Necesitamos más cabañas, más genética y que los productores se asocien. Hay interés, se vio en las charlas técnicas y en la participación en las exposiciones, pero todavía falta dar el paso hacia el trabajo conjunto”, sostuvo.
La presidenta de la APCC también remarcó que dentro del rubro caprino conviven realidades productivas muy distintas. Por un lado, la producción de carne, que comienza a desarrollarse con el uso de razas como la Boer, especialmente en regiones como el Chaco, donde ya se implementaron planes piloto con buenos resultados. Por otro, la producción de leche, que requiere un manejo totalmente diferente y que empieza a mostrar señales alentadoras ante el aumento de la demanda.
En este sentido, Zárate destacó que los lácteos caprinos ganan terreno por sus propiedades nutricionales. “Cada vez se conoce más que las personas intolerantes a la lactosa pueden consumir leche de cabra sin problemas, y eso está aumentando el interés y el valor de la cría”, señaló.
Según el National Institutes of Health de Estados Unidos, la leche de cabra contiene lactosa (4.1-4.7 g/100 ml), solo un poco menos que la de vaca. No es apta para intolerantes severos. Su mejor digestibilidad reportada se debe a su composición grasa y proteica, no a la ausencia de lactosa.
Actualmente, la producción lechera se concentra mayoritariamente en emprendimientos artesanales, aunque se espera un salto con la incorporación de un productor de Campo 9 que cuenta con más de 100 cabras en ordeñe y planea una producción a mayor escala.
A pesar de este avance, la oferta local sigue siendo limitada. “Hoy es más fácil conseguir carne ovina que caprina. El producto se quiere, hay demanda, pero no se consigue con facilidad”, explicó. Esta falta de volumen también condiciona cualquier intento de pensar en exportaciones. Para la titular de la APCC, el foco en el corto plazo debe estar puesto en abastecer el mercado interno. “No considero un éxito sentarnos a hablar de exportar si todavía no tenemos producto suficiente ni para Paraguay”, afirmó.
De cara a 2026, el principal objetivo del gremio es crecer como asociación. Actualmente, la APCC cuenta con unos 60 socios, aunque solo entre 15 y 20 participan de manera activa. La meta es ambiciosa: superar los 200 asociados. “Necesitamos más productores, más animales y más organización. Solo así se puede pensar en proyectos grandes”, enfatizó Zárate.
Otro punto sensible es el sanitario. La dirigente cuestionó la exigencia de análisis adicionales para cabras, como el de tuberculosis, que implica mayores costos para los productores en comparación con otras especies. Desde la asociación ya elevaron notas al Senacsa para revisar estos requisitos, argumentando que hace años no se registran casos de esta enfermedad en caprinos y que el sobrecosto desalienta la participación en exposiciones.
Finalmente, Zárate subrayó que el mayor desafío no es técnico, sino cultural. “Al paraguayo le cuesta trabajar en conjunto. Cada uno se queda en su casa y pierde oportunidades. Tenemos que dejar de pensar solo en el negocio personal y empezar a construir un negocio como sector”, concluyó. En esa tarea, la APCC busca consolidarse como el espacio de referencia para canalizar proyectos, sumar productores y convertir al caprino en una alternativa productiva con verdadero peso dentro de la ganadería paraguaya.
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