Cumbre Biden-Putin: "No habrá otra guerra fría" y declaraciones no afectan a la economía

(Por Mariabe Galeano) La cumbre Biden-Putin se desarrolló ayer y fue el primer encuentro cara a cara del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, con el mandatario ruso Vladímir Putin, el más resaltante desde la Guerra Fría. InfoNegocios conversó con el politólogo Oscar Báez, para conocer las posibles incidencias de esta reunión sobre las economías del mundo y específicamente de países similares a Paraguay (proveedores de materia prima).


 

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En la conferencia de prensa posterior al encuentro, el mandatario estadounidense, Joe Biden, aludió de manera ciertamente agresiva sobre medidas a tomar con Rusia, o sobre ciertas decisiones de Putin, a pesar de mencionar que en el encuentro cara a cara de tres horas, se habló de “territorios a intervenir en conjunto para el bienestar de las naciones”, “planes para evitar impactos muy negativos de próximas pandemias”, el “aprovechamiento de ártico como un territorio de cooperación y no de conflicto” y derechos humanos.

La afección de esta cumbre a la estabilidad
“Es imposible aislar la economía del contexto político. Hay algunos problemas en Europa que hoy los aliados de Estados Unidos tienen con los aliados de Rusia”, expresó el politólogo Óscar Báez. Observó que ante todo prima diferenciar ciertas bases: a los partidos republicano y demócrata en el escenario, ambos con distintas formas de llevar la política internacional. Por otro lado, recordar que los rusos mantienen una cultura antinorteamericana.

Medios como CNN alarmaron sobre declaraciones de Biden a Putin, sobre el necesario contraataque de EE.UU. que supondría, por ejemplo, una corrupción de la ciberseguridad por parte de Rusia. Esta, entre otras expresiones, sembró otra hipótesis sobre una nueva Guerra Fría. Sin embargo, el análisis de Báez sobre las palabras de Biden sintetiza que no se trata de otra cosa más que palabras. “Hay que poner los pies sobre la tierra. No habrá otra Guerra Fría, no es factible eso”, enfatizó el politólogo, quien además recordó que en su momento, Donald Trump también realizó declaraciones fuertes, pero terminó concretando otras acciones como la visita a Corea del Norte.

Señaló que la independencia económica de ciertos países se da en la medida que aumenta su autonomía industrial y tecnológica, los cuales se verían más directamente implicados con los conflictos políticos de las potencias. Esto no se da con países como Paraguay, proveedores principalmente de materia prima. “En la lógica de mercado hay un sector que produce manufacturas, otro que otorga materia prima y otro de mano de obra. Generalmente casi toda Hispanoamérica envía materia prima a los mercados. En este caso, Paraguay tiene un mercado bursátil fundamentalmente agroganadero. Si el panorama internacional de alguna manera se viera modificado, mientras los países exportadores de materia prima sigan exportando, mayor impacto no va a haber, salvo que haya algún tipo de incidente excepcional, como la cuarentena mundial, en el que el precio del petróleo fue de valor negativo”, consideró.

Se trata de tecnología
Señaló que un tema más complejo que el de Rusia-EE.UU., es el de China-EE.UU. “China no solamente es consumidor. A la vez es productora y capital bursátil. Por ejemplo, en China se produce prácticamente el 90% de los insumos tecnológicos. Eso evidentemente genera una Chino-dependencia. China avanzó, es cierto, pero el nivel de desarrollo de la tecnología todavía no es tan avanzado, por eso Silicon Valley todavía es la capital mundial del desarrollo de software y China hoy recluta ingenieros occidentales para acortar la brecha. Si por algo se opuso Donald Trump a China, fue justamente porque ya veía venirse a esta superando a EE.UU. en su capacidad de producción y en desarrollo de software. China no solo sobresale en el mercado de baratijas, no, también está teniendo un impacto en el mercado de alta gama”, expuso Báez.

En pocas palabras y recalcando la observación sobre el desarrollo industrial y tecnológico, mientras un país todavía no cuente con avanzadas herramientas o sistemas informáticos autóctonos que contribuyan al funcionamiento eficiente de las instituciones y empresas, y acceso a la información, no se verá drásticamente afectada por problemáticas entre potencias. Paraguay es un país cuya economía se ve más afectada por las variaciones climáticas (sequías, heladas, inundaciones) que los asuntos internacionales.

Entonces, ¿Paraguay no se debe industrializar?
Báez aseguró que a pesar de que lo que pase entre las potencias no pase de frases, y que ser un país principalmente agroganadero, mantiene al país al margen de los conflictos, es posible y necesario caminar hacia la industrialización y las tecnologías, iniciando, por ejemplo con el fortalecimiento de las políticas internacionales. “Hoy no tenemos un embajador en EE.UU. Nuestra política internacional es tan frágil, tan seria, que si pasa algo negativo a nivel internacional (por ejemplo, otra pandemia) nos va a afectar”, señaló.

Sentenció que la industrialización debe ser una política de estado a largo plazo. “Paraguay tiene que sentarse con cabezas políticas, industriales, civiles y académicos seis meses a diseñar el país que queremos. Y eso no tiene que ser discutible ya para nadie. Hay ciertas áreas del país que no pueden estar al arbitrio del gobierno de turno, y una de ellas evidentemente es el fortalecimiento de la industria local”, subrayó. Sugirió fomentar el aumento de ingenieros, economistas, tecnólogos y científicos sociales para potenciar un modelo de economía (y gobierno) preventiva y no reactiva. Si bien mantenerse siempre como una economía basada en la explotación de la materia prima para el mundo mantiene al margen de implicaciones bélicas a un país, podría significar un atraso en autonomía económica.

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