En el Gran Chaco plantean producir conservando como camino para un desarrollo sostenible

(Por BR) Incendios, deforestación, agua, acuíferos, conservación, áreas protegidas, violación a las normativas de creación de las Áreas Protegidas son algunos de los temas que se resaltaron en el 6to Encuentro Mundial del Gran Chaco Americano, particularmente en la mesa de Medio Ambiente, Biodiversidad, Conservación y Servicios Ecosistémicos.

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Se cuestionó el rol del Estado frente al extractivismo en hidrocarburos y minería en áreas protegidas. A ello se suma una preocupación sentida por el nivel y avance de la deforestación a consecuencia de la creación y venta de carbón especialmente en Bolivia.  Frente a estos problemas se plantearon soluciones en torno a desarrollar mesas y reuniones sectoriales para cada país. 

Mariana Franco, secretaria ejecutiva de Redes Chaco, mencionó que, para hablar de desarrollo en el Chaco no puede reducirse únicamente a inversiones en minería o hidrocarburos. “El punto está en producir conservando”, sostuvo, y explicó que el desafío consiste en generar valor económico sin comprometer la biodiversidad ni vulnerar los derechos colectivos.

Este enfoque exige que toda inversión cumpla con salvaguardas socioambientales, respete los marcos regulatorios y garantice la Consulta Previa, Libre e Informada (CPLI), como un mecanismo no solo formal sino culturalmente pertinente y vinculante.

La región ya ofrece ejemplos de coparticipación en la gestión de recursos hidrocarburíferos y mineros, donde las comunidades locales no solo fueron consultadas, sino que también participaron activamente en la fiscalización y en la distribución de beneficios. Para Franco, estas experiencias muestran que otro camino es posible: un modelo económico comunitario, colaborativo y cooperativo, basado en el conocimiento ancestral y la innovación.

Uno de los ejes centrales que comentó Franco es el papel de las poblaciones locales en la fiscalización y el cuidado del Gran Chaco. Los pueblos indígenas y campesinos aparte de habitar los territorios, son custodios de la biodiversidad y guardianes de saberes que hoy resultan imprescindibles para enfrentar la crisis climática.

Las prácticas de manejo del monte, la regeneración de suelos y la resiliencia climática transmitidas por generaciones constituyen herramientas vitales. Cuando se articulan con la ciencia, el monitoreo satelital y los sistemas de alerta temprana, el resultado es un modelo de gestión integral, eficaz y culturalmente apropiado.

“Para que este rol sea plenamente reconocido, necesitamos avanzar hacia mecanismos de gobernanza participativa”, señaló Franco. Esto implica fortalecer el autogobierno indígena, garantizar la participación efectiva de mujeres y jóvenes, y asegurar que las decisiones se construyan desde el territorio y no se impongan desde afuera.

En otras palabras, el cuidado del Chaco no puede depender solo de instituciones externas, debe estar liderado por quienes lo conocen, lo habitan y lo protegen.

La dimensión transfronteriza del Gran Chaco añade complejidad y, al mismo tiempo, una oportunidad estratégica. Argentina, Bolivia y Paraguay comparten este ecosistema y, por lo tanto, también sus desafíos: la deforestación, la degradación de suelos, la gestión del agua y la presión extractiva.

Franco insistió en que la cooperación trinacional es indispensable para avanzar hacia soluciones efectivas y sostenibles. Esto requiere una visión integrada del territorio y la construcción de una agenda común, con mesas sectoriales que convoquen a todos los actores: gobiernos, empresas, comunidades, academia y sociedad civil.

“La incorporación de tecnología es importante para esta nueva etapa. Observatorios del agua, mapas interactivos, sistemas de alerta temprana y plataformas digitales compartidas permiten enfrentar desafíos como la deforestación, el cambio climático y la gestión hídrica con mayor eficacia. Estas herramientas deben estar al servicio de las comunidades, integrando el conocimiento ancestral con la ciencia y la innovación”, resaltó Franco.

Finalmente, la cooperación trinacional debe consolidarse como una estrategia de largo plazo que combine justicia ambiental, inclusión social y desarrollo económico. Esto implica garantizar la participación efectiva de los actores locales en el diseño, implementación y fiscalización de políticas públicas e inversiones, asegurando que las decisiones se construyan desde el territorio y no se impongan desde afuera. “El Gran Chaco necesita soluciones con identidad, sostenibilidad y compromiso compartido”, puntualizó.

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