Según la OMS, para ampliar los servicios de atención otológica y audiológica en el mundo solo se necesita una inversión adicional anual de menos de US$ 1,40 por persona. Además, luego de 10 años, el retorno de la inversión sería de casi US$ 16 por cada dólar invertido.
El organismo recuerda que la exposición a sonidos intensos puede dañar con el tiempo a las células sensoriales del oído, las cuales permiten oír, y provocar pérdida temporal de audición o unos pitidos llamados acúfenos (zumbidos o silbidos que se escuchan en uno o ambos a oídos y no provienen del exterior). Por ejemplo, luego de un concierto se puede experimentar pérdida de la audición o zumbido, lo cual normalmente desaparece cuando las células sensoriales se recuperan, pero cuando la exposición es regular los daños pueden ser irreversibles. A esto se llama pérdida de audición causada por el ruido.
Muchas veces la pérdida gradual suele pasar desapercibida hasta que los efectos se hacen más evidentes. De acuerdo a la OMS, al principio, es posible que cueste oír algunos sonidos agudos, como las campanas o el canto de los pájaros y, a medida que se va perdiendo el oído, se empiezan a encontrar dificultades para comunicarse, sobre todo en los lugares ruidosos, como los restaurantes y los mercados.
Se habla de pérdida de audición cuando no se es capaz de oír tan bien como una persona cuyo sentido del oído es normal, es decir, cuyo umbral de audición en ambos oídos es igual o mejor que 20 dB. Para tener una idea, de 10 a 20 dB pueden ser sonidos de susurros o pisadas, en tanto que de 20 a 30 dB podría ser el ruido en una biblioteca con gente en silencio o el sonido de las hojas con poco viento.
Hay distintos factores que predisponen a la pérdida de audición y sordera en distintos periodos de la vida, tales como: periodo prenatal (factores genéticos, infecciones intrauterinas), periodo perinatal (asfixia, hiperbilirrubinemia, bajo peso al nacer), infancia y adolescencia (otitis crónicas, líquido en el oído, meningitis y otras infecciones), edad adulta y edad avanzada (enfermedades crónicas, tabaquismo, otosclerosis, degeneración neurosensorial relacionada con la edad, pérdida de audición neurosensorial repentina).
Mientras que a lo largo de la vida, influyen factores como: tapón de cerumen, traumatismo en el oído o la cabeza, ruido/sonido fuerte, medicamentos ototóxicos, productos químicos ototóxicos en el ámbito laboral, carencia nutricional, infecciones virales y otras afecciones del oído, retraso en la aparición de la audición o pérdida progresiva de esta por causas genéticas.
De acuerdo a la OMS, muchas de las causas que conducen a una pérdida de la audición pueden evitarse mediante estrategias de salud pública e intervenciones clínicas. “En los niños, casi el 60% de la pérdida de audición se debe a causas evitables que pueden prevenirse aplicando medidas de salud pública. Del mismo modo, las causas más comunes de pérdida de audición en los adultos, como la exposición a sonidos fuertes y medicamentos ototóxicos, son evitables”.
Una de las recomendaciones del organismo es la práctica de la escucha segura, que incluye: no subir demasiado el volumen, ajustarlo al 60% del máximo ofrecido y sin superar los 80 dB (equivale al timbre de la puerta); utilizar audífonos que cancelen el ruido para no subir el volumen en lugares ruidosos; mantener distancia de las fuentes de sonido; limitar exposición a actividades que generen mucho ruido; reconocer signos que advierten sobre la pérdida de audición.
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