Según el escrito de John Hewko, secretario general de Rotary Internacional, la primera pregunta que debemos realizarnos es: ¿cuáles son los puntos clave que deberán guiar nuestras acciones en 2018?
En primera instancia, la generación de los millennials cree que el cambio climático y los conflictos son los problemas más importantes a los que nos enfrentamos. En segundo lugar, consideran que “el emprendedurismo y un ecosistema propicio para las empresas emergentes o start-ups” constituyen el factor más importante para fortalecer a los jóvenes de un país.
Además de estas prioridades, los jóvenes parecen sentir que su opinión no se tiene en cuenta. De hecho, el 55,9 % de los encuestados se mostró en desacuerdo con la afirmación: “En mi país, se tienen en cuenta los puntos de vista de los jóvenes antes de tomar decisiones importantes”.
¿Cómo podemos abordar algunas de estas inquietudes urgentes y garantizar que nuestros líderes jóvenes tengan voz y voto en las decisiones que forjarán nuestro futuro?
En lo que respecta al cambio climático, está claro que la pronta implementación del Objetivo de Desarrollo Sostenible 13, “combatir el cambio climático y su impacto”, es un requisito básico para la planificación de políticas a nivel nacional. Sin embargo, decidir qué acciones específicas tomar para combatir el cambio climático en todos los niveles de la sociedad es una pregunta más abierta.
La cuestión del emprendimiento
La mayoría de los jóvenes son optimistas respecto al impacto de la tecnología y la innovación: 78,6 % creen que la tecnología “crea empleos” y no que “destruye empleos” (21,4 %).
Sin embargo, ¿puede la tecnología por sí sola abordar la alarmante realidad de los 71 millones de jóvenes desempleados de entre 15 y 24 años en todo el mundo? De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este nivel está cerca de su máximo histórico del 13 %.
El problema actual del desempleo entre los jóvenes afecta a países con distintos grados de desarrollo económico. América Latina tiene tasas de desempleo juvenil altas y crecientes (mayores a 17 % en 2017), mientras que la tasa promedio en toda la UE se ubica en un valor similar, alcanzando valores de hasta 35 %, 38,7 % y 43,3 % en Italia, España y Grecia.
Como mencionó Hewko en el Foro Económico Mundial sobre América Latina el año pasado, “desatar el potencial del emprendedurismo no es tarea fácil. A la hora de tomar medidas para reducir la burocracia, eliminar las barreras estructurales o mitigar las barreras sociales, no debemos caer en la lógica de un enfoque único hacia la innovación. De hecho, la innovación por sí sola no es la respuesta al problema del desempleo juvenil”.
Muchos proyectos para incentivar el emprendedurismo han fallado porque han intentado replicar el ejemplo por excelencia de la innovación, Silicon Valley. En palabras de Federico Antoni, catedrático de la Escuela de Comercio de Stanford, “ningún programa gubernamental o mercado interno podrá crear un nuevo Silicon Valley”. Incluso quienes consistentemente financian start-ups exitosas en Silicon Valley —que atrae más de un tercio de las inversiones de riesgo de EE. UU.— no logran ver fácilmente el motivo detrás de su prosperidad sin precedentes.
Peter Thiel, un emprendedor que fue cofundador o inversor de algunas de las empresas más importantes del mundo, tales como PayPal y Facebook, guarda escepticismo respecto de los intentos de replicar el centro de innovación más grande del mundo: “Ni siquiera está claro por qué Silicon Valley funciona. Es algo singular, único... y creo que siempre que te propones copiar algo comienzas necesariamente en una posición inferior”.
Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con The Spectator: “Facebook, que se fundó en 2004, vale aproximadamente el doble que los 40 unicornios [start-ups con un valor de mil millones de dólares o más] europeos juntos”.
Si la misión es reducir el desempleo juvenil y los conflictos sociales, una estrategia mucho mejor sería aprovechar las fortalezas de cada región y crear soluciones hechas a medida de las necesidades locales.
El énfasis no está tanto en la innovación pura, sino en ayudar a quienes tienen las habilidades —pero no los recursos financieros— para comenzar sus propias empresas.
CONCLUSIÓN
Los esfuerzos por dar a los mileniales lo que buscan en 2018 deberá evaluarse de acuerdo con dos preguntas articuladas por los líderes del mañana. En primer lugar, ¿tienen un efecto social y ambiental positivo, con soluciones inclusivas adaptadas a las necesidades locales, y crean suficientes oportunidades entre los jóvenes?
En segundo lugar, ¿caen en alguna de las mismas trampas del emprendedurismo y la innovación que han frustrado intentos anteriores de extender el impacto positivo de la cuarta revolución industrial?
Ya tenemos muchas soluciones sostenibles al alcance de la mano, y cada organización debería ponerse como desafío dar todas las herramientas posibles a la generación que quiere marcar la diferencia... y hacerlo rápido.
Fuente: WEF
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