Según datos de la AIAP, la magnitud del aporte agropecuario al país es contundente: se cultivan más de 3,5 millones de hectáreas de soja y más de 1 millón de hectáreas de maíz y trigo, lo que ubica al Paraguay como tercer mayor exportador mundial de soja. En el rubro pecuario, la exportación de más de 422.000 toneladas de carne bovina posiciona al país en el noveno lugar global. El agro representa el 40% de las exportaciones nacionales, aporta el 25% del PIB y genera cerca del 30% del empleo.
“El conocimiento de los ingenieros agrónomos impulsa la productividad, abre caminos a nuevas tecnologías y nos compromete con el cuidado de nuestra tierra guaraní. Somos protagonistas silenciosos de una labor que no solo alimenta al Paraguay, sino que también nos posiciona en los principales mercados internacionales”, destacó para InfoNegocios el presidente de la AIAP, Ing. Agr. Víctor Miranda.
La demanda de ingenieros agrónomos crece al ritmo del desarrollo agropecuario. En conversación con nuestra redacción, el Ing. Agr. Diego Garcete, de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg), señaló que la profesión se volvió estratégica para un país esencialmente rural: “El ingeniero agrónomo tiene que ser resiliente ante el cambio climático, plagas y enfermedades, siempre buscando soluciones para dar esperanza al productor. Hoy la gente prefiere asesorarse con un profesional antes que guiarse por internet, y eso habla de la confianza que ganó la carrera”.
El profesional subrayó que en Paraguay existen varias facultades que forman ingenieros agrónomos con nivel competitivo, y que la clave de la excelencia está en el contacto directo con el campo. “Lo que convierte a un ingeniero en especialista no es solo el título, sino la experiencia diaria con el productor y el rubro en sí”, indicó.
Por su parte, el Ing. Agr. Edgar Frutos, también del DEAg, coincidió en que la oferta académica se multiplicó en los últimos años, con universidades nacionales y privadas que mantienen un flujo constante de egresados. Sin embargo, advirtió sobre la necesidad de especialización. “Tenemos muchos generalistas, pero no tantos especialistas en áreas clave. Para explotar al máximo los rubros, se necesitan profesionales altamente capacitados en plagas, nutrición o manejo específico de cultivos”, afirmó.
Frutos destacó además que el futuro del país depende de consolidar la producción primaria para dar un salto hacia la industrialización. “Si no tenemos materia prima, no podemos hablar de industria. El ingeniero agrónomo es la base para que Paraguay pueda transformarse en una potencia industrial”, aseguró.
En un escenario donde el cambio climático exige producir más en menos hectáreas, la actualización permanente se volvió indispensable. Miranda señaló que los ingenieros agrónomos paraguayos no tienen nada que envidiar a los de la región: “Hoy contamos con colegas especializados en agricultura de precisión, manejo de drones y tecnologías de vanguardia. El desafío es trasladar esas innovaciones al productor, convenciendo con criterio técnico para mejorar productividad y calidad sin descuidar la sostenibilidad”.
Más allá de las cifras, la profesión mantiene un fuerte componente vocacional. “Es una carrera noble porque nos permite aprender todos los días del productor y transmitir conocimiento para mejorar su calidad de vida”, resumió Garcete. Esa conexión entre ciencia, innovación y humanidad hace que la ingeniería agronómica se perciba no solo como una profesión técnica, sino como una misión de impacto social y económico.
El Día del Ingeniero Agrónomo no solo recuerda a estos profesionales, sino que también revaloriza la labor de miles de trabajadores que, desde la soja hasta la ganadería, desde los hortícolas hasta la tecnología de precisión, sostienen con su trabajo la principal base del desarrollo nacional: el campo paraguayo.
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