Su talento viene de siempre. Desde chica, era la encargada de hacer las carátulas y carteles del colegio. A los 14 años estudió arte en Estados Unidos, donde aprendió técnicas de luces y sombras y a trasladar algo pequeño a algo más grande. Esa combinación de habilidad y sensibilidad artística se refleja en cada una de sus piezas, que buscan generar emoción.
La historia de su primer cliente aún la emociona. Una amiga le pidió una pizarra para el cumpleaños de su sobrina y Claudia aceptó sin haber hecho nunca una. “Nunca hice una pizarra de muestra, jamás. Fue mi primer trabajo directamente”, recordó. Desde ese momento, cada proyecto fue un aprendizaje: probar materiales, perfeccionar técnicas, desarrollar diseños originales.
Pero lo que realmente hace único a su emprendimiento son las historias que hay detrás de cada pizarra. Claudia rememora un pedido especial: un niño de 15 años que quería una pizarra combinando El Principito con Wally. Al principio pensó que sería imposible, hasta que descubrió que era un adolescente con necesidades especiales y que aquella pizarra era su deseo más preciado. “Fue súper emocionante para todos. Es como un arte que le llevas a alguien para ese día especial”, dice.
Hoy, CB Pizarras ofrece desde pizarras pequeñas, ideales para mesas de eventos, hasta grandes piezas de hasta 1,70 metros, con precios que van desde G. 30.000 hasta G. 350.000. Cada trabajo incluye delivery personal, porque las tizas se pueden correr y Claudia quiere que su arte llegue intacto. Además, también realiza pizarras fijas para locales comerciales, con tizas líquidas de alto tránsito que resisten el paso del tiempo.
Para Claudia, el arte no es solo un medio de expresión, sino también una forma de inspirar. “En Paraguay todavía tenemos la idea de que con el arte no se puede ganar dinero. Yo quiero alentar a los jóvenes a explotar esa parte del arte, porque te enriquece como persona y profesional”, afirmó. Su objetivo ahora es también enseñar: planea realizar talleres donde pueda transmitir su técnica y pasión, aunque la alta demanda actual limita su tiempo.
Entre la planificación de eventos y su trabajo administrativo, Claudia dedica la mayor parte de su tiempo a su emprendimiento los fines de semana, cuando la mayoría de sus clientes requieren las pizarras para cumpleaños, bodas y otros eventos. Para ella cada detalle cuenta, cada entrega tiene que ser perfecta y cada diseño debe generar emoción.
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