La dermatóloga Magalí Cuevas explicó que durante el verano la piel se enfrenta a una combinación de factores que la vuelven más vulnerable. “Las temperaturas extremas y las radiaciones ultravioletas producen daño si no nos cuidamos adecuadamente. No se trata de satanizar al sol, sino de aprender a alinearnos con él y aprovechar sus beneficios de forma inteligente”, señaló.
Por su parte, Mariam Estigarribia, médica dermatóloga de adultos y niños, indicó que en esta época “la radiación ultravioleta es mucho más intensa y, además, los baños frecuentes y el sudor constante pueden dañar la barrera cutánea y resecar la piel”. A esto se suma, según explicó, la deshidratación, ya que muchas personas no consumen suficiente agua durante el día.
Ambas especialistas coincidieron en que los días nublados no son sinónimo de protección. “Aunque no se sienta el calor, gran parte de los rayos UV atraviesan las nubes y siguen dañando la piel”, advirtió Estigarribia.
La exposición solar sin protección adecuada puede provocar desde quemaduras solares hasta lesiones más severas. Cuevas explicó que las quemaduras visibles corresponden principalmente a la radiación UVB, mientras que los rayos UVA generan un daño más profundo y silencioso, relacionado con el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel.
“El bronceado no es saludable. Es la piel defendiéndose del daño solar”, afirmó la dermatóloga, quien también alertó sobre el uso de camas solares, consideradas incluso más agresivas que la exposición directa al sol.
Por su parte, Estigarribia remarcó que el daño solar es acumulativo y que, con el paso de los años, puede manifestarse en forma de manchas, lesiones crónicas o cáncer de piel, especialmente en personas que trabajan al aire libre o realizan actividades prolongadas bajo el sol. “Es súper importante también usar ropa protectora, ya que ayuda a cubrir las zonas extensas del cuerpo”, aclaró.
El uso correcto del bloqueador solar es una de las herramientas más efectivas para cuidar la piel. Según explicó la dra. Mariam Estigarribia, “se recomienda utilizar un protector solar con FPS 50, que ya brinda una protección adecuada frente a la radiación ultravioleta, siempre que se aplique en la cantidad correcta y se reaplique cada dos o tres horas”.
Además, destacó la importancia de elegir protectores de amplio espectro, que protejan contra rayos UVA y UVB, así como contra la luz azul y la radiación infrarroja.
Un punto clave, especialmente en verano, es optar por bloqueadores resistentes al agua y al sudor, sobre todo para quienes van a la pileta, la playa o realizan actividad física al aire libre. “Aunque el producto sea resistente al agua, al salir de la pileta o después de transpirar es fundamental volver a aplicar el protector”, aclaró Estigarribia.
Cuevas agregó que uno de los errores más frecuentes es confiarse y no reaplicar. “El protector no dura todo el día. Incluso los resistentes al agua deben reaplicarse cada dos o tres horas para que realmente cumplan su función”, recalcó.
También recordó que aplicar poca cantidad reduce considerablemente la protección. “Para el rostro y el cuello, la medida recomendada es usar dos líneas de protector en los dedos. Y no olvidar zonas como orejas, labios, cuello, nuca, pies y cuero cabelludo”, indicó.
Más allá del uso del protector solar, las dermatólogas remarcaron que los hábitos cotidianos tienen un impacto directo en la salud de la piel, especialmente durante el verano.
“La piel no se cuida solo con cosméticos. Lo que hacemos todos los días —cómo comemos, cuánto dormimos y cómo nos hidratamos— influye tanto como el uso del bloqueador”, explicó Cuevas.
En ese sentido, recomendaron evitar la exposición solar en los horarios de mayor radiación, especialmente entre las 10:00 y las 16:00, así como aplicar la cantidad correcta de protector y no descuidar zonas sensibles como orejas, labios, cuello, nuca, empeines y cuero cabelludo.
Otro punto clave es elegir el protector adecuado según el tipo de piel, optando por texturas ligeras en pieles mixtas o grasas y cremas más nutritivas en pieles secas. A esto se suma la importancia de mantener una buena hidratación, tanto interna —mediante el consumo suficiente de agua— como externa, a través del uso diario de cremas hidratantes.
Las especialistas aconsejaron, además, evitar duchas muy calientes y prolongadas, utilizar jabones suaves que respeten el pH de la piel y aplicar productos post solares luego de la exposición, para ayudar a calmar e hidratar la piel.
Finalmente, remarcaron que los hábitos saludables también juegan un rol central en el cuidado cutáneo: una alimentación equilibrada, buen descanso, actividad física regular y manejo del estrés contribuyen a una piel más sana. A esto se suma la recomendación de realizar un control dermatológico anual, especialmente para la revisión de lunares y la detección precoz de lesiones sospechosas.
En una temporada marcada por el calor extremo, el mensaje de las especialistas es claro: disfrutar del verano es posible, pero siempre con información, hábitos responsables y protección adecuada.
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