Según explicó Héctor Castro, director del PAI (Programa Ampliado de Inmunizaciones), una de las razones por la que algunas personas no se infectaron de COVID-19 se debe a que tenían activado los linfocitos T de memoria, que actúan como una reacción cruzada en aquellos que tuvieron antecedentes de infección por coronavirus común. También es otro de los motivos por la cual los niños no desarrollan la enfermedad en forma grave.
Sostuvo que hay una situación que habitualmente se genera después de cada contacto con un germen, ya sea virus o bacteria, y es que cuando ingresa al organismo, en este caso el virus del Sars Cov 2, el cuerpo desarrolla dos tipos de defensas, una encargada por los linfocitos T de memoria y otra que son los linfocitos B, que producen los anticuerpos neutralizantes. Esta última es la que se desarrolla tras el contacto con el virus y evitan que vuelvan a aparecer infecciones por el mismo tipo.
“Vienen los virus y este anticuerpo lucha contra ellos, les derriba y, por tanto, no producen gravedad en la enfermedad o la propia infección. Los linfocitos T de memoria lo que hacen es como que le sacan una fotografía, le reconocen al virus y, entonces, en la siguiente vez, ya directamente actúan sobre ellos o activan con más rapidez a los linfocitos B para que estos anticuerpos reaccionen”, detalló.
Sin embargo, mencionó que hay muchas personas que ya tienen activados estos linfocitos B por infecciones anteriores y esa es una de las explicaciones de por qué los niños, en principio, no desarrollaban formas graves de la enfermedad.
Y es que el Sars Cov 2 forma parte de un grupo grande donde anteriormente existían los coronavirus comunes, que son los que producen los resfriados frecuentes o los cuadros respiratorios que se presentan con frecuencia en los más pequeños.
“Como los niños ya tenían contacto con estos coronavirus, muchos de esos linfocitos T empiezan a desarrollar una protección cruzada, como cree que se trata del mismo virus empieza a activar más rápido y no se produce una forma grave”, agregó.
Otra de las hipótesis es que dentro de las células tenemos algunos receptores que son los que actúan cuando ingresa un virus a la célula: directamente la destruyen. Y existen muchas personas que tienen más desarrollados estos patrones.
Estos receptores están dentro de las células, y el virus, para sobrevivir, necesita ingresar a la misma. Al entrar, estos receptores automáticamente lo inactivan y no pueden multiplicarse; por tanto, no se produce la infección. Incluso estos patrones actúan contra parte de la estructura del virus, por lo que una persona puede no desarrollar defensa y es por eso que se hace una serología de manera a comprobar la presencia de anticuerpos en la sangre.
Secuelas graves
Por otra parte, el infectólogo habló acerca de las secuelas graves que puede ocasionar el COVID-19. A causa de este virus se produce un cuadro agudo pulmonar que ocasiona una insuficiencia respiratoria; por eso, en algunos casos se da el requerimiento de oxígeno y el ingreso a terapia intensiva.
Sin embargo, después, muchos quedan con inflamación de las vías respiratorias, que les dejan con síntomas de alergia o asma, que, ante cualquier situación de alérgeno o cambio de clima, le producen mayor vasoconstricción, es decir, otra vez comienzan a cerrarse esas vías respiratorias y ocasionan nuevamente dificultad para respirar.
La otra secuela, y no menos importante, es la cardiovascular. “Muchísimas personas tienen placas de arteriosclerosis, y en lo que se refiere a la pared de las venas y las arterias, que son los ateromas, el desplazamiento por depósitos de lípidos, grasas y algunos componentes de la sangre hacen que al tener la infección haya una reacción inflamatoria, que desestabiliza esas placas, de las que se desprenden algunos componentes y producen los trombos y, posteriormente, el infarto o los accidentes cerebro vasculares. Estas complicaciones aparecen tres semanas después de haber contraído la infección respiratoria”, añadió.
Cuadros respiratorios masivos
En cuanto al incremento de cuadros respiratorios y sus complicaciones, que se están dando masivamente y con más frecuencia en niños en edad escolar, indicó que después de estar prácticamente aislados más de dos años, nuestra nariz, que es el periscopio más importante que tenemos, no estuvo en contacto con el virus respiratorio.
Entonces, es como que nuestro sistema inmune no estaba entrenado a reconocerlo rápidamente, y cuando empiezan a aparecer, nuestro organismo reacciona lentamente; y los linfocitos están como dormidos, ingresan estos gérmenes y no hay una respuesta enérgica del sistema inmune, “y ahí es cuando el virus comienza a producir cuadros respiratorios más severos; por eso es que se temía esta situación que ya se está viviendo y que, justamente, coincide con la interacción escolar, social y económica que afectan sobre todo a personas que estuvieron encerradas”, puntualizó.
¿Por qué existen personas que no tuvieron COVID-19?
Desde el comienzo de la pandemia el virus del COVID-19 parecía estar en todas partes; sin embargo, muchas personas no fueron infectadas pese a convivir con quienes sí la tuvieron. Los científicos tienen dos hipótesis acerca de las personas que sin haber estado vacunadas, o estuvieron en contacto con personas que sí contrajeron el virus, no desarrollan la enfermedad.
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