Según explicó Diego Garcete, coordinador de gestiones de producción de ajo del MAG, actualmente el 95% del ajo que se consume en Paraguay es importado, principalmente desde Argentina. “Estamos en una etapa de reactivación del cultivo. La idea es que el productor vuelva a tener su propia semilla y abastezca el mercado nacional con un producto fresco, de calidad y con identidad paraguaya”, afirmó en entrevista con InfoNegocios.
El proyecto fue lanzado oficialmente en febrero de este año, con la participación inicial de 112 productores, distribuidos en unas 28 hectáreas. La mayoría de los cultivos se encuentran en el distrito de General Delgado, Itapúa, zona que históricamente se ha considerado la “capital del ajo paraguayo” debido a su microclima favorable para este tipo de cultivo.
“La aceptación por parte de los productores ha sido excelente. Están muy motivados, los cultivos están en pleno desarrollo y prácticamente no hemos tenido ataques de plagas ni enfermedades. El clima también nos está acompañando”, destacó Garcete.
Los primeros cultivos se sembraron entre el 8 y el 10 de mayo, y la cosecha se espera para septiembre u octubre. A partir de allí se podrá evaluar con más precisión el rendimiento por hectárea, aunque las proyecciones ya son alentadoras. “Estimamos que de una hectárea pueden obtenerse 48.000 cabezas de ajo, lo que equivale a unos 2.100 kilos. De esos, se recomienda guardar 500 kilos como semilla para la siguiente zafra, y los 1.600 kilos restantes podrían venderse al mercado a un precio promedio de G. 22.000 por kilo”, explicó. Esto representaría ingresos cercanos a los G. 35 millones por un cuarto de héctaria, lo permitido para cada productor.
Una de las metas del proyecto es que los productores desarrollen autonomía en la generación de su propio material vegetativo, dado que el ajo no produce semillas como la cebolla o el tomate, sino que se reproduce por plantines. “Queremos que, así como lo están haciendo con la papa, los agricultores generen sus propios semilleros de ajo y puedan vender también ese insumo a sus pares”, indicó.
Aunque por ahora la comercialización se orienta principalmente al ajo fresco, no se descarta el desarrollo de productos derivados, como salsas o ajo deshidratado. Además, el MAG tiene en la mira nuevas zonas productivas como Guairá y el Chaco, donde se buscará adaptar el cultivo a distintas condiciones climáticas y ampliar la ventana de producción.
“Todavía tenemos una gran brecha entre lo que se consume y lo que se produce localmente, así que el mercado está garantizado. Esta reactivación es una oportunidad para diversificar la producción agrícola y aumentar los ingresos de las familias rurales”, concluyó Garcete.
Desde el MAG señalan que, si los resultados de este año se mantienen positivos, el próximo ciclo podría incluir hasta 84 hectáreas, triplicando la superficie actual e impulsando aún más la producción nacional de ajo.
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