El sistema fue explicado por el Dr. Kim, CEO de la firma coreana Ruricell, quien desarrolló una proteína —una inmunoglobulina de acción selectiva— capaz de orientar el resultado reproductivo. En bovinos, el método permite aglutinar espermatozoides machos para obtener hembras, o bien estimular la hipermotilidad de los machos cuando lo que se busca es producir toros. En porcinos, actualmente se aplica para obtener crías hembras. En todos los casos, la lógica es la misma: dar al productor la posibilidad de elegir qué nace en su establecimiento.
Según Eisenman, esta tecnología “llega para cambiar el negocio reproductivo en Paraguay”, porque no requiere grandes inversiones en laboratorio y puede ser usada tanto por centros genéticos como por productores a campo, algo impensado con las metodologías tradicionales de sexado.
“Un pequeño centro genético, o incluso un productor, puede trabajar con semen fresco o con pajuelas importadas y realizar el proceso sin modificar la rutina de inseminación”, explicó en contacto con InfoNegocios. El sexado puede hacerse en laboratorio o directamente en el establecimiento, agregando un paso adicional antes de la inseminación. La facilidad operativa es uno de los puntos que más entusiasma al sector.
Lo más interesante del desembarco es que no solo beneficia a quienes producen genética, sino a toda la cadena comercial. Un productor con un toro de alto valor podrá ofrecer su propio semen sexado; un centro genético podrá sumar un servicio diferenciado; y quienes importan pajuelas podrán sexarlas localmente, optimizando la inversión.
Eisenman señala que hoy Paraguay cuenta con toros de élite —de razas carniceras y lecheras— que no siempre tenían un valor comercial real porque no existía una herramienta para sexar su genética. “En lechería, si no producís semen sexado, un toro prácticamente no tiene valor agregado. Con esta tecnología, los toros nacionales podrán competir y posicionarse”, afirmó.
A nivel internacional, el sexado es un estándar en sistemas intensivos. Su adopción en Paraguay significaría mejores índices de preñez, mayor disponibilidad de hembras en razas lecheras y más machos en líneas cárnicas cuando el objetivo es poner kilos. En todos los casos, ayuda a acelerar la mejora genética y a planificar el rodeo según la demanda del mercado.
Aunque los costos finales aún no están definidos —faltan las autorizaciones formales de importación de los reactivos—, el gerente adelantó que serán “competitivos con el semen tradicional”, pero con la ventaja de ofrecer mejores resultados reproductivos y mantener la viabilidad espermática.
El país también podría convertirse en productor y distribuidor regional de semen sexado, algo que hoy no existe en el Mercosur. “Paraguay tiene genética campeona mundial, vacas de élite y toros de primer nivel. Es momento de dar el paso y producir genética para exportar”, sostiene.
La firma ya proyecta ampliar la cobertura: si bien actualmente está acreditada para bovinos y porcinos, en 2026 buscarán habilitación para ovinos y equinos, un segmento en crecimiento, especialmente en el mercado de animales deportivos.
La llegada de esta tecnología coincide con un fuerte crecimiento del negocio genético en Paraguay. Los centros de inseminación, las cabañas y los programas de mejoramiento muestran un movimiento inédito, impulsado por demanda interna y por mercados que ven al país como proveedor confiable.
“Esto no es solo un producto nuevo. Es una herramienta que permite soñar más alto”, resume Eisenman. “Desde el pequeño productor hasta la gran cabaña, todos pueden acceder. Y si hacemos bien las cosas, Paraguay puede ser referente regional en semen sexado”.
El mercado está expectante. Y por primera vez, el país tiene en sus manos la posibilidad de convertir su genética en un negocio global.
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