Esa misma energía e ilusión hoy llegan con mayor antelación: ya no se espera a los días previos, sino a meses antes. El ritual del pesebre genera un movimiento económico cada vez mayor, creando nuevas formas de consumo. Ejemplos claros son la Expo Pesebre en Areguá —que arrancó este mes de noviembre y se extiende hasta el 23 de diciembre— y la feria de pesebres del Mercado 4.
En Asunción, sobre la Avda. Pettirossi y Ana Díaz, el Niñito Jesús “ya quiere nacer”. Los comerciantes trabajan hasta 24 horas seguidas. Los precios van desde G. 300.000 hasta G. 900.000; asimismo, los nichos o casitas van de G. 30.000 a G. 80.000.
Según Miryan Salinas, quien tiene su local de artesanía en el Mercado 4, ya lleva toda una vida dedicada al oficio (empezó a los 9 años con su madre; hoy tiene 40). “Empezamos con las ventas hace 8 días; nosotros estamos trabajando 24 horas al día”, comentó. La razón es simple: la mercadería es delicada y cualquier descuido puede hacer que una figura se rompa. “Tenés que meter y sacar todo, y son cosas que se pueden romper”, explicó.
Los precios se mantienen relativamente estables durante la temporada, aunque puede haber pequeños ajustes. “Desde un principio tenemos un precio estándar. Algunas veces alzamos un poquitito porque, cuando termina la mercadería, nosotros nos vamos de nuevo a Areguá a surtirnos”, indicó.
Las familias siguen siendo el corazón de su clientela, especialmente las que mantienen la costumbre de armar el pesebre el 8 de diciembre. “La mayoría pone el 8”, comentó. Sin embargo, en los últimos años, las empresas también se convirtieron en grandes compradoras: estaciones de servicios, bancos, supermercados, entre otros.
“Para empresas se lleva un solo color: puede ser color madera, negro, blanco con vestido, dorado, negro con dorado. Hay marrón, naranja, rojo…”, mencionó. El movimiento deja cifras importantes: “Ponele que entre 40 y 50 millones se realizan en ventas por año”, estimó Miryan.
Por otro lado, en la ciudad de Areguá —donde el barro se va moldeando— ya inició la Expo Pesebre. Según comentó la artesana Vidalia Rolón de Torres, quien se dedica a la elaboración de pesebres y otras cerámicas hace 35 años, la producción de cada juego es minuciosa. Desde el moldeado de las figuras hasta el secado, lijado, pintado y lacado, el proceso completo toma alrededor de 15 días por juego. Sus pesebres grandes, los más buscados, alcanzan alturas de 80 y 90 centímetros, y son los que más tiempo y precisión requieren.
Pese al tiempo de elaboración, la demanda obliga a trabajar sin pausa. En un mes producen hasta seis juegos de pesebres grandes, además de los medianos y pequeños. La variedad es amplia, y también lo son los precios. “Desde G. 30.000 los más chiquitos y va subiendo hasta G. 5.000.000 o G. 5.500.000 los más grandes”, detalló. Vidalia vende alrededor de 400 a 500 juegos de pesebres por año, un número que muestra la magnitud de la tradición y el alcance de su trabajo.
Aunque los pesebres se producen durante todo el año, la artesana reconoció que la mayor afluencia llega en los meses previos a la festividad de la Virgen de Caacupé, el 8 de diciembre, cuando miles de fieles se preparan para recibir a la patrona nacional. En esta época también aumenta la restauración de pesebres antiguos, un servicio muy solicitado por quienes desean conservar piezas heredadas. El local de Vidalia se encuentra ubicado sobre la avenida principal (De la Candelaria c/ Ricardo Pérez), un punto estratégico donde turistas y devotos encuentran sus obras.
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