María Angélica Centurión, coordinadora del Programa Nacional de Flores, explicó para InfoNegocios que, aunque las orquídeas son el principal atractivo del proyecto, hoy se diversifica la producción hacia rosas, crisantemos, girasol de corte, lisianthus y otras flores de relleno utilizadas en arreglos florales. “La mayoría de nuestros productores se concentra en Cordillera y Central, con algunos en Caaguazú, y estamos expandiendo la producción hacia Encarnación, donde el mercado de flores aún está desabastecido”, detalló.
El proyecto ha logrado un hito importante: desplazar entre 70% y 75% de las orquídeas que Paraguay solía importar de Brasil. “La calidad de nuestras plantas supera en durabilidad, colorido y precio a las importadas, que muchas veces eran descartes de primera línea”, aseguró Centurión. Actualmente, la producción local permite abastecer la mayor parte de la demanda interna, principalmente a través de centros de comercialización en Caacupé y en el departamento Central, gestionados por dos asociaciones de productores.
Un aspecto destacado es que la producción de orquídeas ya no es estacional. Gracias a la planificación y al diseño de invernaderos especializados, los productores pueden ofrecer flores durante todo el año. Sin embargo, aún queda camino por recorrer para satisfacer completamente la demanda: mientras el mercado interno requiere entre 400.000 y 450.000 plantas anuales, la producción local alcanza actualmente entre 200.000 y 220.000 plantas.
El crecimiento del rubro también se refleja en la participación en las ferias de agricultura familiar. Según Centurión, el cultivo de orquídeas ocupa el quinto lugar en ventas, superando otras hortalizas y verduras que tradicionalmente dominan estas ferias. Además, la floricultura paraguaya comienza a adquirir visibilidad en eventos y fechas clave: Día de la Primavera, Día de la Madre, cumpleaños y bodas, para los cuales se planifica la producción con antelación.
Si bien las orquídeas lideran la producción, otras especies complementan el mercado. Las rosas, lisianthus y claveles, que se adaptan parcialmente al clima paraguayo, aún dependen de importaciones de países como Ecuador, Perú y Colombia. Las rosas, por ejemplo, provienen mayormente de Ecuador, mientras que el clavel y otras flores de corte se importan también de Argentina, Bolivia y Brasil. “El clima es un factor determinante para algunas especies; por ejemplo, el clavel requiere frío que no se puede replicar de forma eficiente en nuestro país”, explicó Centurión.
En cuanto al sector, la producción de flores locales involucra unas 320 familias solo en Cordillera, lo que representa alrededor de 800 familias que viven directa o indirectamente de la floricultura. Estas familias no solo producen, sino que también participan en la compra y venta de flores, abasteciendo viveros locales y mercados urbanos mediante sistemas como las tradicionales canasteras. Paralelamente, nuevas floristerías en Asunción y empresas privadas, como Floricultura del Paraguay y Inversiones Agrícolas de Taiwán en Paraguay, se integran al proyecto, ampliando la comercialización de flores nacionales.
Centurión subrayó que el éxito del proyecto no solo se mide en números: “Lo nuestro es capacitación integral: desde la semilla hasta la comercialización. Buscamos que la calidad del producto garantice ventas sostenibles y que las familias que viven de esto tengan un ingreso estable”.
A medida que la floricultura paraguaya continúa consolidándose, el mercado local empieza a depender cada vez menos de importaciones y se posiciona como un referente de producción de calidad, sostenible y planificada, capaz de atender tanto el consumo cotidiano como los picos de demanda en fechas especiales.
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