El impulso parte de unas 321 hectáreas de sandía que se preparan para su primera cosecha. Según los técnicos de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg) del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la calidad de la fruta es “óptima”, con ejemplares que en esta campaña alcanzan hasta 20 kg de peso. Aproximadamente 100 familias están dedicadas a este rubro con asistencia técnica integral del MAG.
La comercialización también muestra avances: las frutas se venden ya en el propio distrito y también llegan a la ciudad de Encarnación, donde los productores están aprovechando camiones propios para transportar la sandía. Los precios estimados oscilan entre G. 20.000 y G. 50.000 por unidad, según calibre y tamaño.
Desde una mirada de negocios, la apuesta tiene varios elementos a favor. Primero, la sandía constituye un producto de valor añadido frente a los cultivos extensivos tradicionales, que suelen estar más expuestos a vaivenes de precios y mayores requerimientos de escala. Segundo, al insertarse como alternativa de renta para familias de agricultura familiar, facilita una diversificación que ayuda a reducir riesgos productivos. En el caso de San Pedro del Paraná, junto a la sandía también figuran la cebolla y el sésamo negro como cultivos estratégicos.
Además, el acompañamiento institucional ha sido clave. Técnicos destacan que la mejora del suelo, la rotación de cultivos, el manejo de plagas y enfermedades y la selección de variedades eficientes (como Olimpia, Top Gun, Karistan o Baraka) han contribuido a los buenos rendimientos. La conjunción de tecnología, capacitación y escala moderada ha permitido que el rubro salga del perfil de mera actividad doméstica y pase a tener carácter productivo con horizonte comercial.
Por otra parte, el impulso local también se ve en iniciativas de valor agregado. La tradicional “Fiesta y Exposición de la Sandía” que organiza la comunidad en la compañía Timbo’í ha demostrado que la fruta no solo se vende fresca, sino que puede generar subproductos —helados, jugos, tartas— y atraer atención hacia la producción local. Este tipo de actividades refuerzan la identidad del rubro y pueden amplificar el impacto económico para las familias.
Pero claro, no todo es sencillo. La logística de acceso a mercados urbanos, la infraestructura de transporte, almacenamiento y la capacidad de los productores para escalar sin perder calidad son desafíos reales. En zonas rurales, caminos en mal estado, costos de insumos y acceso a financiamiento aún limitan el potencial completo. Técnicos locales reconocen que la comercialización —y no solo la producción— será el factor decisivo para que esta apuesta consolide resultados.
Aun así, los números permiten ser optimistas. Con la expectativa de levantar unas 500.000 frutas esta temporada, según estimaciones del MAG para la zona de San Pedro del Paraná, el rubro comienza a mostrar que puede transformarse en una fuente real de ingresos para la agricultura familiar. Si se logra capturar bien el valor –tanto en producción como en comercialización– el impacto podría ir más allá de la finca individual: podría impulsar cadenas de valor local, fortalecer la economía rural y abrir oportunidades de empleo vinculadas al procesamiento y logística.
En ese sentido, para las familias productoras la sandía ya no es simplemente una fruta de estación, sino un negocio con futuro. Con cada camión que sale hacia mercado, cada fruta que se vende por buen precio y cada evento que visibiliza la producción, la apuesta va ganando escala. Si se logra mantener la calidad, diversificar destinos y fortalecer la infraestructura de comercialización, San Pedro del Paraná podría convertirse en un modelo para otros distritos del agro paraguayo que buscan dar el salto de la producción tradicional hacia actividades de mayor valor.
Así, mientras los surcos de sandía se llenan de vida en Itapúa, se abre una oportunidad real para transformar la agricultura familiar en una actividad económica viable. Y en un país que busca diversificar su matriz productiva, apostar por frutas de calidad —no solo por grandes granos— empieza a cobrar sentido. Esta campaña de sandía puede marcar un paso concreto hacia ese objetivo.

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