De acuerdo con datos del Departamento de Geoestadística del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave), las exportaciones de ambos productos han registrado un crecimiento sostenido en los últimos años. En el caso de la chía, el informe detalla que en 2024 se exportaron más de 68.000 toneladas, lo que equivale a casi triplicar el volumen exportado en 2020, cuando las cifras rondaban las 27.000 toneladas. Hasta agosto de 2025, el volumen ya supera las 44.200 toneladas, equivalentes a US$ 350 millones, un dato que se ubica por encima del promedio anual de los últimos cinco años (42.600 toneladas), lo que confirma la tendencia al alza del rubro.
Entre 2020 y 2024, Paraguay exportó 213.323 toneladas de chía, posicionándose entre los principales proveedores regionales. Los mercados de destino son principalmente Estados Unidos (35,39%), Países Bajos (9,74%), Alemania (7,28%), Bolivia (5,25%) y Reino Unido (4,71%), lo que demuestra la confianza de los países desarrollados en la producción nacional y la capacidad del país para mantener estándares de calidad y trazabilidad.
El sésamo, por su parte, muestra una dinámica similar. Según el Senave, entre 2020 y 2024 se exportaron 155.707 toneladas, y durante 2023 y 2024 los envíos crecieron 29% respecto a 2022, cuando las exportaciones alcanzaron las 20.440 toneladas. Este desempeño ubica al sésamo paraguayo entre los productos agrícolas más estables y con mejor proyección en los mercados internacionales. Sus principales destinos son Japón (31,26%), México (29,19%), Taiwán (6,50%), Turquía (4,57%) y China (3,88%), una lista que evidencia su inserción en mercados exigentes y con alto poder adquisitivo.
El crecimiento de estos rubros no es casual: responde al trabajo conjunto entre productores, exportadores, organismos de control y el propio Senave, que desempeña un papel central en la inspección y certificación fitosanitaria de los granos antes de su envío. Estos procesos aseguran el cumplimiento de los estándares internacionales de calidad e inocuidad, requisitos esenciales para mantener la competitividad del país en el comercio exterior.
Además, tanto la chía como el sésamo se caracterizan por su adaptabilidad a las condiciones climáticas del Paraguay y por su bajo impacto ambiental, lo que los convierte en cultivos estratégicos dentro del modelo de agricultura sostenible que el país busca consolidar. En las zonas productivas —especialmente del norte y del Chaco— estos rubros se han transformado en una fuente estable de ingresos para miles de pequeños y medianos productores, generando empleo, arraigo rural y divisas para la economía nacional.
En un contexto global en el que los consumidores priorizan alimentos naturales, trazables y de origen responsable, la chía y el sésamo paraguayos siguen ganando terreno. Su crecimiento constante demuestra que Paraguay no solo tiene la capacidad de producir con eficiencia, sino también de competir con calidad y consistencia en los mercados más exigentes.
El informe del Departamento de Geoestadística del Senave confirma que estos granos ya no son solo productos de nicho, sino verdaderos embajadores del agro paraguayo en el mundo. Su expansión refleja una historia de esfuerzo, innovación y compromiso con la calidad, que hoy se traduce en más oportunidades para el país y en un lugar destacado para Paraguay dentro del mapa global de los alimentos saludables.
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