La jornada de entrenamiento fue organizada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) a través de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg), y reunió a productoras interesadas en mejorar sus conocimientos sobre el manejo de orquídeas, uso de sustratos, técnicas de floración y aplicación del método kokedama. La propuesta apunta a fortalecer capacidades técnicas, pero sobre todo, a impulsar el desarrollo económico de las mujeres rurales.
El encanto de las orquídeas no es nuevo, pero su producción con fines comerciales gana fuerza en Paraguay gracias al impulso de proyectos de innovación agrícola y apoyo técnico internacional. Las orquídeas tipo Phalaenopsis, por ejemplo, tienen alta demanda en mercados urbanos y en el sector decorativo, lo que abre la posibilidad de obtener ingresos estables durante todo el año.
“El objetivo es que las productoras puedan generar un producto con valor agregado, que no solo sea una planta ornamental, sino una propuesta de diseño natural”, explicaron técnicos del MAG durante la jornada. La combinación de orquídeas con kokedamas —plantas que crecen dentro de esferas de musgo y tierra, sin maceta tradicional— aporta un componente estético muy valorado por los consumidores.
Este formato decorativo tiene cada vez más presencia en ferias, floristerías y tiendas de interiorismo. Además, requiere poca inversión inicial y puede desarrollarse en pequeños espacios, una ventaja clave para las productoras familiares.
El auge florícola en Caacupé no es casual. En los últimos años, la cooperación con Taiwán ha permitido instalar un moderno invernadero en la zona, capaz de producir hasta 270.000 plantines de orquídeas al año. Este tipo de infraestructura tecnológica —antes exclusiva de grandes viveros— hoy se convierte en un motor de inclusión productiva y capacitación continua.
“Queremos que las mujeres rurales también sean parte de la innovación agrícola”, remarcaron desde el equipo técnico. Las capacitaciones abarcan desde el control de temperatura y humedad, hasta la selección de sustratos y las condiciones de luz ideales para garantizar floraciones saludables.
La transferencia de conocimiento, sumada al apoyo estatal y a la demanda del mercado interno, sienta las bases para que el rubro ornamental gane peso dentro del mapa productivo nacional. En el caso de las kokedamas, el potencial va más allá del mercado local: su atractivo como objeto de decoración o regalo ofrece posibilidades de exportación a países vecinos.
El modelo que estas productoras comienzan a desarrollar no solo genera rentabilidad, sino que también promueve prácticas sostenibles. Las kokedamas utilizan materiales naturales —musgo, tierra, fibra de coco— y prescinden de plásticos, una ventaja que responde a la creciente preferencia de los consumidores por productos ecológicos y artesanales.
El siguiente desafío será fortalecer la cadena de comercialización. Para ello, las productoras deberán vincularse con floristas, diseñadores de interiores y plataformas digitales, consolidando una marca local con identidad propia. La floricultura moderna ya no se limita al campo: hoy también se vende online y en espacios urbanos que valoran la estética verde.
De Caacupé al mundo
Lo que hasta hace poco parecía un pasatiempo o un rubro secundario comienza a perfilarse como una alternativa económica seria para las mujeres de Cordillera. Si logran mantener la calidad, diversificar la oferta y posicionarse con una identidad visual diferenciada, podrían convertir a Caacupé en un polo florícola con potencial exportador.
El cambio ya empezó: más allá del color y la belleza de las orquídeas, lo que florece en Caacupé es una nueva forma de entender la producción rural, donde la técnica, la creatividad y el valor agregado se combinan para abrir nuevas oportunidades de negocio.

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