“Siempre me gustó viajar, y siempre tuve autos antiguos. Pero mis amigos coleccionistas me decían que era un riesgo salir con ellos a la ruta. Yo quería demostrar que se podía”, cuenta Axel. Así, su grupo comenzó como un proyecto individual: sus autos y su pasión por la aventura. Con el tiempo, la iniciativa se convirtió en un referente para quienes creen que la vida de un clásico no termina en el garaje.
Su primer gran viaje lo hizo en 2015, rumbo a Punta del Este, Uruguay. “Era un sueño de colegio: llegar a Punta del Este en mi Fusca. Y lo logré”, recordó. La preparación, admitió, fue fundamental. Conocer a fondo el vehículo, revisar su mecánica y anticipar cualquier imprevisto fueron parte del desafío. Desde entonces, Axel no ha parado: Argentina, Bolivia, Perú y Chile. En 2024 recorrió más de 10.000 kilómetros en 25 días, cruzando el Salar de Uyuni y llegando hasta Machu Picchu, demostrando que incluso un Fusca de 1965 puede atravesar los Andes sin problemas.
“La gente siempre pregunta si recalienta. Mi experiencia demuestra que si el auto está bien cuidado, no hay por qué temer. Estos vehículos fueron diseñados para recorrer caminos exigentes”, explicó. Cada viaje, añade, implica tiempo, planificación y recursos, pero la recompensa es incomparable: la libertad de recorrer rutas, descubrir paisajes y vivir la aventura en primera persona.
A pesar de la magnitud de sus viajes, Axel suele salir solo o con su pareja. “Mis amigos coleccionistas tienen tiempo o dinero, pero rara vez ambos. Por eso empecé solo. Viajar es una cuestión de pasión y decisión, no de compañía”, asegura. Su experiencia se documenta en Instagram a través de @clasicosviajerospy, donde comparte fotos y videos que muestran desde la ruta hasta los detalles del vehículo en cada destino.
Axel también participa en el Club de Vehículos Antiguos del Paraguay, donde mantiene contacto con otros coleccionistas y entusiastas. Sin embargo, sus viajes largos son una expresión personal: no son carreras ni exhibiciones, sino experiencias que fusionan aventura, paisaje y mecánica. “Viajar en un clásico cambia todo. No es lo mismo que un auto moderno con aire acondicionado. Sientes el viento, escuchas la ruta, vives cada kilómetro”, dice.
El próximo gran desafío de Axel será la Carretera Austral y Ushuaia, un recorrido que planea para septiembre, en pleno otoño austral, llevando su Fusca a los confines del sur de Chile y Argentina. Después de eso, asegura, llegará el momento de descansar y restaurar sus autos para nuevas aventuras, quizá más cortas y locales, pero siempre con la misma pasión.
Clásicos Viajeros es un recordatorio de que los autos antiguos no están destinados a la nostalgia, sino al movimiento. Y Axel Fernández al volante, es la prueba viviente de que los clásicos también pueden viajar.
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