Durante tres años, los talleres de arte de El Cántaro se impartieron en plena calle. “Al principio venía muy poca gente, pero el hecho de estar siempre en el camino de la gente hizo que se acostumbraran. Antes en Areguá, los niños y niñas solo podían hacer catecismo, danza o fútbol. Nosotros agregamos talleres de guitarra, teatro y otras artes como una nueva opción”, recordó su directora, Joe Giménez.
La propuesta creció rápidamente “Llegamos a ser 50 niños en la calle, con colectivos pasando a nuestro lado, sin baños, sin resguardo cuando llovía. Ahí nos dimos cuenta de que necesitábamos un espacio fijo, alquilamos una casa muy destruida, pero convocamos a padres, vecinos para ayudar a refaccionar. Durante 18 meses trabajamos en ella hasta que logramos montar nuestra biblioteca, sala de cine, etc”, relató.
En 2012, con pocos recursos, pero con una gran red de apoyo, tomaron la decisión de comprar un terreno. “No teníamos dinero para una casa con terreno, así que optamos por un terreno al día y decidimos construir de barro. Areguá es barro, los artesanos y estudiantes conocen el material como nadie”, explicó la directora.
Actualmente, la BioEscuela sigue creciendo. “Ahora tenemos un segundo local, el Bosquecito de la BioEscuela, donde volvimos a construir con barro. Hacemos talleres de revoque natural para proteger las paredes de la lluvia y mostrar que es posible construir respetando la naturaleza”, comentó Giménez.
Actualmente, se están llevando a cabo talleres de revoque natural, una técnica que protege las paredes del desgaste causado por la lluvia. Sin embargo, debido al intenso calor del verano, las actividades continuarán en abril.
“Además de la bioconstrucción, la BioEscuela ofrece una experiencia educativa para todas las edades. Los niños y adultos que asisten a los talleres aprenden sobre construcción ecológica, y participan activamente en la edificación de los espacios, convirtiéndose en parte del proceso. El barro no es tóxico como el cemento, es un material noble y amigable”, mencionó la directora.
La sustentabilidad también se refleja en la construcción de un baño ecológico que emplea un tratamiento especial para las aguas residuales con base en plantas de camalote. Si bien la estructura principal del baño está hecha con materiales tradicionales por la necesidad de contar con servicios sanitarios antes del inicio del año escolar, las paredes siguen la lógica de la bioconstrucción.
A partir de abril, la BioEscuela abrirá nuevos talleres para quienes deseen aprender desde cero. Durante estas actividades, los participantes conocerán técnicas como la selección de tierra adecuada, la construcción de muros y la aplicación de pinturas naturales hechas con óxidos, cal y barro. En esta ocasión, se solicitará un aporte voluntario para cubrir los costos de materiales, ya que el objetivo es construir un depósito para la institución.
“Queremos mostrar que es posible construir de manera sustentable, rescatando técnicas ancestrales y compartiendo el conocimiento con todos. La bioconstrucción es económica y respeta a nuestra madre tierra. Ahora, por ejemplo, necesitamos construir un depósito y queremos que la gente aprenda desde cero: cimientos, paredes, revoques, pinturas naturales. Es una forma de dejar un legado”, expresó Giménez.
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