Con el paso de los años, la realidad ambiental del país cambió. Durante la década del 90, ante la destrucción de los arroyos de la región central —que se transformaron en cloacales—, Vysokolan decidió habilitar la cabaña para recibir huéspedes. Ese paso marcó el inicio de la actividad turística, que desde entonces fue creciendo de manera constante.
Actualmente, el complejo ofrece tres cabañas con distintas capacidades. La más amplia recibe hasta ocho personas, la intermedia seis y la más pequeña tres. Todas están equipadas con cocina, heladera, quincho y parrilla, aunque no incluyen servicios de comida. “Nos enfocamos en que el visitante se sienta libre en un entorno natural, pero con las comodidades básicas para disfrutar la estadía”, explicó el propietario.
Los precios varían según la temporada. En alta demanda, la cabaña para ocho personas cuesta G. 1.200.000 por noche, desde las 10 de la mañana hasta el día siguiente. La de seis personas se alquila por 900 mil, mientras que la de tres se ofrece por G. 550.000. Vysokolan destacó que muchos grupos familiares eligen estas opciones porque encuentran una relación equilibrada entre tranquilidad, naturaleza y precio accesible.
Además de las cabañas, el lugar cuenta con otra opción de hospedaje: el Quincho Mbatoví, ubicado en las laderas de la serranía dentro del mismo bosque. Este espacio tiene capacidad para 22 personas en cama, lo que lo convierte en una alternativa ideal para grupos grandes, encuentros familiares o escapadas con amigos.
La experiencia en Mbatoví va mucho más allá del descanso. El entorno ofrece silencio absoluto, senderos de aventura en medio del bosque, vistas desde las cimas de las serranías y un espectáculo natural de sonidos. Los búhos y las calandrias entonan conciertos al amanecer y al atardecer, mientras que, a partir de octubre, el canto del tradicional ututau se suma a la banda sonora natural que cautiva a los visitantes.
“Lo que más valoran los huéspedes es el contacto auténtico con la naturaleza, algo que cada vez escasea en las ciudades”, afirmó Vysokolan. Según dijo, los turistas no solo buscan alojamiento, sino también la oportunidad de reconectar con el entorno, caminar entre árboles nativos y disfrutar de un ambiente sin ruidos artificiales.
Finalmente, el propietario recomendó algunas opciones gastronómicas cercanas. En Paraguarí sugirió visitar La Tropicana para almuerzos y Santa Rosa para almuerzos y cenas. Además, indicó que en la ciudad de Piribebuy, a solo 20 kilómetros de las cabañas, los visitantes pueden encontrar otras alternativas culinarias que complementan la experiencia de una escapada al corazón del bosque paraguayo.
Tu opinión enriquece este artículo: