La historia de Pedazo de Cielo comienza como tantas otras, con un proyecto familiar, pero lo que Óscar Díaz de Bedoya no imaginaba es que esa casa quinta, ubicada a pocos minutos del centro de Paraguarí, se convertiría en uno de los alojamientos rurales más queridos y visitados de la zona.
“Como tengo cuatro hijos, hicimos cinco casas para los fines de semana, pero con el tiempo notamos que no se usaban tanto y el mantenimiento era costoso. Entonces, pensando en mi señora y mi hija, decidimos convertirlas en una posada”, contó Díaz de Bedoya.
Hoy, Pedazo de Cielo cuenta con 14 casas, pronto serán 15, de diferentes tamaños y características, hay de uno, dos, tres y cuatro dormitorios, muchas con piscina privada y todas con equipamiento completo para que los huéspedes puedan cocinar, descansar y disfrutar sin salir del predio. Para quienes se alojan en las unidades más pequeñas, hay una piscina natural tallada en la piedra, un detalle que habla del respeto y armonía con el entorno.
“El concepto está orientado más al descanso que a la aventura”, señaló. Sin embargo, quienes buscan un poco de movimiento también encuentran opciones, hay bicicletas y pequeños vehículos automáticos para recorrer el lugar. Eso sí, el terreno es naturalmente irregular, lo que invita más a la contemplación que al movimiento constante.
Uno de los mayores encantos del lugar es su mirador natural, ubicado en un punto estratégico desde donde se pueden observar los cerros de los alrededores y el extenso valle que caracteriza a esta zona de Paraguarí. La altitud (380 metros sobre el nivel del mar) le regala al lugar un microclima fresco, ideal para descansar incluso en los días más calurosos del verano paraguayo.
Además del hospedaje, Pedazo de Cielo está creciendo como espacio para pequeños eventos y reuniones. “Tenemos un comedor para 30 personas y ahora estamos terminando una sala de reuniones abierta, para unas 40 o 50 personas, que puede usarse también como comedor o auditorio dependiendo del clima”, agregó Óscar.
La arquitectura de las casas es otro aspecto destacable. Cada unidad fue decorada según los gustos de cada miembro de la familia, lo que hace que no haya dos casas iguales. Esta diversidad le otorga al conjunto un encanto especial, todas distintas, todas pensadas desde el cariño y el disfrute.
Como si un paraíso no fuera suficiente, Óscar también es el creador de El Atardecer, un espacio que comenzó como una zona de camping en Mbatoví y hoy se ha transformado en un destino turístico en sí mismo.
Ubicado en un mirador natural privilegiado, este lugar ofrece una de las vistas más impresionantes de la puesta de sol en Paraguay. “Cada tarde se convierte en un espectáculo donde el cielo despliega una sinfonía de colores”, dijo.
El proyecto evolucionó rápidamente y hoy El Atardecer cuenta con opciones de hospedaje con piscina privada, un restobar con menú variado y tragos modernos, espacios para eventos sociales, café, y zonas pensadas para el disfrute en grupo o en pareja.
“Queremos que la gente venga a pasar el día, a mirar el atardecer, a cenar algo rico, a celebrar. Es un lugar para desconectarse y reconectar con lo esencial: el paisaje, los afectos, el momento”, dijo Óscar.
Tanto Pedazo de Cielo como El Atardecer son experiencias sensoriales y emocionales, diseñadas para ofrecer algo que hoy vale oro, una pausa real. Lejos del ruido, del tráfico, de las pantallas y las rutinas, estos lugares se ofrecen como cápsulas de naturaleza, buen gusto y hospitalidad.
Además, ambos proyectos demuestran que es posible hacer turismo sostenible y de calidad dentro del país, sin necesidad de cruzar fronteras para encontrar belleza, confort y momentos memorables.
Ambos establecimientos están ubicados en Paraguarí, a pocos kilómetros de Asunción y con fácil acceso por ruta. Se recomienda reservar con anticipación, especialmente en fines de semana largos o temporadas altas.
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