“La maternidad hoy se posterga, como parte de un fenómeno global. Las prioridades han cambiado: estudiar, viajar, consolidarse laboralmente, comprar una casa. Todo eso hace correr el reloj biológico”, afirmó Guanes en comunicación con InfoNegocios. Y con esa postergación llegan también los problemas: después de los 35 años, la fertilidad femenina comienza a disminuir significativamente, tanto en calidad como en cantidad de óvulos.
Gibir, que lleva más de 25 años en el país, ofrece actualmente un abanico completo de técnicas de reproducción asistida, desde las más sencillas —como la inseminación intrauterina— hasta las más complejas, como la fecundación in vitro (FIV), con óvulos propios o donados, diagnóstico genético preimplantacional e incluso selección embrionaria asistida por inteligencia artificial.
“El avance tecnológico más importante que hemos tenido en los últimos años es la posibilidad de congelar óvulos. Esto le otorga a la mujer independencia para decidir cuándo quiere ser madre”, explicó Guanes. Este recurso permite que muchas mujeres de entre 30 y 35 años, que aún no tienen condiciones para formar una familia, puedan preservar su fertilidad para más adelante. Sin embargo, el acceso a estas técnicas sigue siendo limitado por su alto costo económico, especialmente en un país donde la cobertura de salud pública para este tipo de tratamientos es prácticamente inexistente.
Según el especialista, hoy una de cada seis parejas en Paraguay enfrenta algún grado de infertilidad. Si bien la tasa de natalidad general ha disminuido, la demanda de tratamientos va en aumento. “Cada vez hay más personas que se informan, consultan y acceden a estas tecnologías. También se han dado pasos importantes en cuanto a cómo se asume la infertilidad, especialmente entre los hombres, que antes eran más reacios a aceptar el problema”, señaló.
En un ámbito donde la ciencia y la esperanza se encuentran, la ética y el acompañamiento emocional se vuelven cruciales. “La infertilidad es también una carga emocional fuerte. Por eso trabajamos con un equipo de apoyo psicológico, para acompañar a los pacientes en todo el proceso. Muchas veces llegan ya emocionalmente afectados, y eso influye en los resultados”, advirtió el profesional.
Uno de los mayores desafíos, aseguró, sigue siendo la desinformación. Aunque los tratamientos han mejorado significativamente, no garantizan un embarazo exitoso. “Esto no es una ciencia exacta. No todos los tratamientos funcionan, así como no todos los infartos se salvan”, aclaró.
En este contexto, la inteligencia artificial dejó de ser una promesa futura y se convirtió en parte del presente: se utiliza para seleccionar embriones, evaluar óvulos y espermatozoides, y mejorar el seguimiento de los tratamientos. “La IA está presente en cada etapa del proceso reproductivo”, remarcó Guanes, quien integra la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE, por sus siglas en inglés).
Finalmente, el consejo que dejó fue simple pero contundente: “No posterguen. Busquen el primer embarazo antes de los 35 años. Y si no se dan las condiciones, congelen óvulos. Es una forma de tomar control de un aspecto de la vida que muchas veces creemos que puede esperar, pero no siempre es así”.
En un país donde los tratamientos de fertilidad representan tanto una inversión económica como emocional, el llamado es a la conciencia, a la información oportuna y, sobre todo, a la planificación. Porque, en materia de reproducción, el tiempo sí importa.
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