Son más de los que nos imaginamos, entre el 5% y el 10% en Paraguay, o más específicamente en capital y departamento Central, según Alexandra Vuyk, directora de Aikumby, el primer centro para las altas capacidades y la creatividad en el país.
“Creemos que son pocos, pero son muchos, y necesitan mucha intervención. Sabemos que muchos van a quedar en el camino por no haber políticas públicas adecuadas, porque se depende demasiado de la suerte, de la garra que le pongan”, afirmó la experta.
Pero hay esperanza. El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) emitió recientemente la Resolución Nº 1.188 que establece los procedimientos para la adopción de medidas educativas y opciones curriculares para estudiantes que presentan ACI, con necesidades específicas de apoyo educativo.
“Esta reglamentación explica cómo se hace, qué se hace y quién se encarga de cada parte. Habla del enriquecimiento curricular, que es darles a los estudiantes con ACI contenidos en profundidad, enriquecer lo que se hace en el aula, y no quedarse solamente con el contenido del grado”, explicó.
Además, la normativa permite la promoción flexible, lo que en la ciencia de las ACIs se llama aceleración, que consiste en promover según las necesidades académicas, siempre que haya madurez emocional al nivel intelectual que está el alumno.
“Según investigaciones de hace 100 años es lo que mejor funciona para estudiantes de altas capacidades porque ellos suelen preferir estar con chicos mayores. Si se hacen bien estas acciones les ayuda de manera integral, no solo en lo académico”, agregó.
¿Se les puede llamar genios? Vuyk explicó que se prefiere no usar el término niño genio porque existen preconceptos sobre lo que es un genio que hace que no se puedan detectar las altas capacidades.
“Se espera que demuestren genialidad en todo momento y no es así, son niños o niñas. Entonces se van a equivocar, y se tiene que poder equivocar, aprender de sus errores, pero al nivel de sus capacidades”, añadió.
Un indicador de que se está ante un niño con ACI es el aburrimiento que muestran en clase, pero “no siempre se aburren porque buscan maneras de entretenerse y se portan muy bien nomás y no te das cuenta. O ya saben lo que se les enseña o aprenden muy rápido”.
Suelen ser muy inquisidores y sus preguntas van más allá de los que se les enseña, como tratando de entender el fondo de las cosas. “Siguen preguntando en clase y uno cree que no están entendiendo pero lo hicieron muy bien aunque necesitan una explicación más profunda”, dijo la especialista.
Para ser considerados con ACI los estudiantes deben mostrar un potencial o un desempeño muy superior al esperado para el promedio de los de su edad, ya sea en muchas áreas, psicológico, verbal, creativo, mecánico, de razonamiento; o un talento excepcional en una sola área.
“Hay tests que miden habilidades cognitivas. Lo que esta resolución permite, y por lo que trabajamos muchísimo, es que el enriquecimiento se pueda aplicar en el aula sin hacer un test. Si el docente detecta que ese niño o niña necesita más, ya le puede dar lo que necesita”, dijo Vuyk.
A los padres se les recomienda que obliguen a sus hijos con ACIs a hacer esfuerzos, “no porque sea obligatorio que saque todo 5 sino porque sabemos que pueden hacerlo; la presión no tiene que ser no podés fallar, porque el error no es un enemigo; es súper peligroso que no aprendan a fallar porque se van a quedar en terreno seguro y no van a aspirar a lo más alto, tienen que ser desafiados”.
Para el desarrollo del país invertir en estos niños y niñas promete beneficios cuya importancia todavía no se puede medir en su real magnitud. “Desde un punto vista estrictamente económico hay estudios que hablan de que el retorno de la inversión es altísimo. Cada dólar invertido en altas capacidades intelectuales se multiplica de una manera mucho más alta que lo invertido en cualquier otra área. Es una inversión inteligente para toda la sociedad, no solo para ellos”, recalcó la profesional
Vuyk aseveró que es muy importante fomentar -desde una edad temprana- las oportunidades para el desarrollo de talentos, “sobre todo porque tenemos en el Plan Paraguay 2030 llegar a una economía del conocimiento. Eso empieza desde los más chiquititos, para desarrollar la capacidad creativa, la capacidad crítica y llevarlos a su máximo potencial”.
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