El viceministro de Minas y Energía, Mauricio Bejarano, señaló que los estudios actuales muestran resultados positivos, aunque aún queda un largo camino para determinar la magnitud de las reservas. “Hoy tenemos una prospección interesante en toda la Región Oriental, incluso en el Chaco. Los resultados son muy alentadores, pero falta avanzar hacia la etapa de exploración profunda para poder cuantificar las reservas, que es lo que bancariza un proyecto”, explicó.
Según Bejarano, Paraguay atraviesa una etapa histórica, con la mayor cantidad de bloques mineros solicitados en décadas y con un creciente interés internacional. “Tenemos conversaciones con empresas y gobiernos de India, Finlandia, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Canadá, interesados en realizar estudios y futuras inversiones”, comentó. Gran parte del capital que hoy se invierte en prospección proviene de la bolsa de Canadá, una de las más activas en financiamiento minero.
Zonas con potencial y minerales estratégicos
De acuerdo con Bejarano, las áreas más prometedoras se distribuyen en distintos puntos del país. El Chaco muestra potencial para litio y yeso, especialmente en el vértice con Argentina y Bolivia; mientras que las zonas colindantes con Brasil podrían albergar tierras raras y cobre. En el centro de la Región Oriental se identifican depósitos de uranio, un recurso con alta demanda mundial debido al resurgimiento de la energía nuclear.
El oro, por su parte, se concentra principalmente en la zona de Paso Yobái, en el departamento de Guairá, mientras que en Alto Paraná se encuentran los indicios más relevantes de titanio.
“El único mineral que hoy explotamos es el oro. El año pasado batimos un récord con 600 kilos exportados, una cifra histórica para nosotros. Si bien no se compara con los grandes países productores, representa una gran satisfacción, porque refleja la formalización del sector y la exportación de ese mineral a los mejores mercados del mundo”, añadió.
“Los proyectos mineros no son inmediatos: cada uno tiene su propio ritmo y maduración. En promedio, pueden tardar entre ocho y diez años en desarrollarse plenamente, desde la prospección hasta la producción. Pero ya existen iniciativas más avanzadas, como las de titanio y uranio, que están mucho más desarrolladas en comparación con las de litio o tierras raras, que recién comienzan”, explicó.
Una oportunidad que exige marco legal y visión a largo plazo
Mientras el interés de los inversionistas crece, el desafío local pasa por actualizar la legislación minera y agilizar los procesos administrativos. Bejarano adelantó que el Gobierno presentará una nueva política minera nacional en los próximos días, con foco en la sostenibilidad y el cuidado ambiental, acompañada de una reforma del Código Minero.
En esa misma línea, Víctor Manuel Fernández Crosa, de la Cámara Paraguaya de Minería (Capami), advirtió que el país no logrará convertirse en un hub de minerales críticos si no mejora su sistema normativo y burocrático. “Con los retrasos actuales en los permisos y una visión estrecha de las leyes, difícilmente tendremos proyectos que lleguen a producción. Necesitamos un marco como el de Perú, que dé garantías y minimice riesgos a las inversiones”, afirmó.
Fernández Crosa destacó que solo tres proyectos —dos de uranio y uno de titanio— podrían alcanzar la producción a gran escala en unos seis años, con inversiones acumuladas de aproximadamente US$ 46 millones. El resto, especialmente los de litio y tierras raras, aún se encuentran en etapas iniciales de prospección.
“El país tiene potencial geológico comprobado, especialmente en zonas como Amambay, Canindeyú y San Pedro, donde se detectaron indicios de tierras raras en carbonatitas. Esto es positivo, pero es fundamental que las condiciones legales actuales se actualicen”, remarcó.
Ambos referentes coinciden en que el desarrollo minero no es inmediato y requiere una mirada de largo plazo. “La minería es una industria de alta inercia: cuesta despegar, pero una vez que lo hace, es imparable”, sostuvo Fernández Crosa.
Bejarano, por su parte, aseguró que el proceso ya está en marcha y que el país tiene una oportunidad única de diversificar su matriz productiva. “Históricamente vivimos de lo que produce el suelo; ahora buscamos que el subsuelo también genere valor y contribuya al PIB. Estamos ante un momento bisagra que puede transformar la economía paraguaya”, concluyó.

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