“Las empresas son un lugar privilegiado precisamente para formar a las cientos de miles de personas que diariamente tienen en su lugar de trabajo la oportunidad de vivir este tipo de cosas, para bien o para mal”, indicó.
Speranza puntualizó que este segmento tiene la posibilidad de participar de actos de corrupción o hacer bien las cosas. Consideró que a su vez son temas que se deben debatir.
“No se trata solo de tener un código de ética, que se puede hacer con un consultor y ya está. Se trata de que sea realmente algo conversado, algo vivido por la gente que está en las empresas. Y en países como el nuestro, con altos índices de percepción de corrupción, eso es muy importante”, dijo.
Por otro lado, señaló que la corrupción es un baile de a dos, es decir, muchas veces nos quejamos de los actos de corrupción dentro del Estado, pero al mismo tiempo, estos hechos tienen su contrapartida en el empresariado, avalado por coimas e irregularidades.
Resaltó que hay muchas iniciativas como, por ejemplo el Pacto Global, que en Paraguay es una asociación que ya agrupa a más de 120 empresas y organizaciones que tienen compromisos éticos dentro de sus principios.
Asimismo, mencionó que la ética comprende una corriente global, ya que las empresas han ganado terreno económico, puesto que un Estado vive de los impuestos del sector empresarial. “Las empresas tienen cada vez un poder mayor porque captan la mayor cantidad de talentos. Cuando tenés un poder grande, también viene una responsabilidad mayor”, expresó.
Comentó que las sociedades inficionadas por la falta de ética, finalmente, son menos desarrolladas. A su criterio, esto no permite crecer cuando todos desconfían de todos. “La historia te muestra que los países más desarrollados tienen comportamientos más responsables y éticos. Hay que vincular la ética como algo que nos conviene a todos”, enfatizó.
Acerca de la imagen del país corrompida por el Gobierno, cuyo rol es arbitrar el cumplimiento de leyes, sostuvo que en sociedades como Paraguay hay reglas muy lindas, pero muy poca capacidad de hacerlas cumplir.
“Tenemos una gran debilidad institucional. Al no hacer lo que deben hacer (fiscalía, Poder Judicial), pierden total confianza de la gente, se quiebra esa relación de confianza. Y al tener menos confianza, hay menor grado de inversiones. Además, para un inversor extranjero, puede ser un lugar inapropiado para invertir y todos salimos perdiendo”, significó.
Destacó que Paraguay hizo “un trabajo fantástico” en lo que concierne a la estabilidad macroeconómica en los últimos 20 años, reconocido por calificadoras. Sin embargo, aún no tenemos el grado de inversión para despegar nuevas posibilidades.
“No tenemos el grado de inversión porque nuestra debilidad está en las instituciones estatales. Tenemos una fuerte debilidad institucional y por eso no logramos el ansiado grado de inversión. Al no lograr esto, no aprovechamos oportunidades. Nuestra reputación podría mejorar”, remarcó.
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