Esta medida, que Lula enmarca como una corrección a la “injusticia tributaria”, busca transferir el peso fiscal de la clase trabajadora a aproximadamente 140.000 contribuyentes de altísimos ingresos, el 0,1% de la población.
El cálculo del gobierno brasileño es claramente redistributivo y de estímulo al consumo interno. Según las estimaciones oficiales, la exención beneficiará a unos 15 millones de personas, inyectando alrededor de US$ 4.500 millones en la economía familiar. “Con el impuesto sobre la renta cero, una persona con un salario de 4.800 reales puede ahorrar 4.000 al año. Eso equivale a casi un decimocuarto salario”, ejemplificó el propio Lula.
Más allá de sus fronteras, la reforma genera expectativas y análisis sobre sus efectos colaterales, particularmente en países vecinos con regímenes fiscales competitivos, como Paraguay. Un analista de economía brasileña, que pidió reservar su identidad por trabajar en un organismo multilateral, señaló que es probable que aumente la cantidad de ricos brasileños con residencia fiscal en Paraguay. Esta perspectiva anticipa un posible flujo de capitales que busque proteger patrimonios de la nueva carga impositiva.
El mismo economista indicó que el capital que se reubique “será del tipo rentista”, y especuló que el rubro inmobiliario sería un destino probable. No obstante, advirtió que este tipo de inversión, si bien genera una cierta dinamización para la construcción y sus proveedores, no mantiene el empleo a largo plazo como otras industrias.
Paraguay ya experimenta un “boom económico e inmobiliario”, en parte impulsado por inversores brasileños y argentinos que buscan estabilidad y oportunidades. Datos oficiales muestran un interés creciente: solo en los primeros nueve meses de 2024, más de 1.250 interesados extranjeros, con un fuerte componente brasileño, llegaron al país para estudiar oportunidades, especialmente en los regímenes de maquila, industria liviana e inmobiliario.
A pesar del nuevo impuesto, el analista sostuvo que hoy el empresariado brasileño no está disconforme con el gobierno de Lula y recordó que Brasil sigue siendo un país atractivo para la inversión extranjera. “La tasa de interés interbancaria básica sigue todavía entre las más elevadas del mundo, en torno al 15% anual”, lo que hace difícil encontrar retornos similares en otros mercados”, complementó.
El verdadero efecto de esta “fuga fiscal” hacia Paraguay aún es una incógnita y dependerá de múltiples variables. Sin embargo, lo que queda claro es que las decisiones de política económica en Brasilia tienen un eco inmediato y tangible al otro lado de la frontera.
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