A primera vista, los beneficios parecen tentadores: más ingresos por exportación de soja (unos US$ 202 millones al año), un ahorro en importaciones (US$ 220 a 250 millones) y posibles créditos para obras de infraestructura por US$ 232 millones. Sin embargo, el estudio advierte que las pérdidas serían mucho mayores que las ganancias.
El CEE-UIP calcula que el impacto neto sería negativo en unos US$ 592 millones por año. Esto se debe a la pérdida del mercado taiwanés (–US$ 299 millones), la interrupción de becas, créditos y donaciones (–US$ 225 millones), menos recaudación de impuestos (–US$ 220 a 250 millones) y un fuerte golpe a la industria nacional, que podría perder más de 11.500 empleos directos solo en el primer año.
“La apertura con China significaría ganancias para pocos, pero costos y desempleo para muchos”, afirmó para InfoNegocios Julio Fernández, director del CEE-UIP.
El informe recuerda que, en los hechos, Paraguay ya tiene una relación comercial desigual con China. En 2024, las importaciones chinas generaron menos recaudación que las del Mercosur, a pesar de ser similares en volumen. Los productos chinos entran más baratos y con menos impuestos, afectando a la industria local. “Ya vivimos un TLC unilateral: China gana, Paraguay pierde”, advirtió Fernández.
El sector de la carne sería otro gran perdedor. China paga precios más bajos que Taiwán o Israel, lo que representaría una pérdida de unos US$ 74 millones al año. Además, al enviar más cortes y menudencias a ese mercado, los precios de la carne subirían en Paraguay, afectando la canasta básica de las familias.
Los sectores industriales más golpeados serían el textil, químico, metalúrgico y de calzado, que sostienen miles de empleos.
Experiencias regionales
El estudio recuerda lo que pasó en países como Honduras, Panamá y El Salvador: tras reconocer a China, aumentaron sus déficits comerciales, exportan solo materias primas y no recibieron transferencia tecnológica ni más empleos de calidad.
Frente a este panorama, la UIP propone fortalecer la alianza con Taiwán. La idea es pasar de un esquema de ayuda a una cooperación estratégica en educación, tecnología, energía e industria.
Se plantea, por ejemplo, ampliar la Universidad Politécnica Taiwán–Paraguay, que hoy gradúa 70 jóvenes al año, para llegar a 1.000 en áreas como energía renovable, inteligencia artificial o electromovilidad. También se busca atraer inversión taiwanesa en sectores de alto valor agregado como semiconductores, farmacéutica y biotecnología.
El informe concluye que el verdadero dilema no es elegir entre China o Taiwán, sino entre dependencia y autonomía. Un TLC con China consolidaría a nuestro país como exportador de materias primas y aumentaría la dependencia. En cambio, una alianza estratégica con Taiwán podría dar al país más oportunidades para diversificar su economía, generar empleos de calidad y fortalecer su soberanía.
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