Bruno explica que actualmente el país aún disfruta de lo que se conoce como “bono demográfico”, con una amplia población en edad de trabajar y relativamente pocos dependientes. Sin embargo, este escenario cambiará de forma drástica hacia 2050, cuando se proyecta que la cantidad de niños de 0 a 14 años será equivalente a la de adultos mayores de 65 años o más. Este envejecimiento poblacional tendrá un impacto directo en las políticas sociales, en los sistemas de pensiones y, sobre todo, en la demanda de servicios de cuidado.
El estudio revela que el mercado de servicios de cuidado en Paraguay está prácticamente vacío. Solo un 7% de las personas dependientes recibe apoyo a través de cuidadores a domicilio, mientras que la cobertura de centros de día para adultos mayores o personas con discapacidad no alcanza ni el 1%. “Encontramos muy poca oferta, tanto desde el sector público como privado”, advierte Bruno.
Esto abre un desafío, pero también una oportunidad para la inversión privada en un sector que se perfila en expansión: el de los cuidados. Residencias especializadas, centros de día, programas de atención domiciliaria profesionalizada, servicios de rehabilitación y transporte adaptado figuran entre las necesidades más urgentes de las familias.
El investigador destaca además que el cuidado de adultos mayores no puede recaer únicamente en los hogares. Hoy, dos de cada tres familias paraguayas tienen al menos una persona que requiere asistencia, pero la mayoría no cuenta con los conocimientos ni las condiciones para brindar cuidados adecuados. En casos de dependencia severa —que representan el 22,7% de los casos— se requieren profesionales capacitados, una oferta que todavía es muy limitada en el país.
El peso cultural y económico
Si bien la demanda está latente, existen barreras culturales y económicas que frenan la expansión del sector. En Paraguay, persiste la idea de que los adultos mayores deben ser cuidados por la familia y no por terceros. A ello se suma la desconfianza hacia cuidadores externos y el costo de estos servicios, que resulta inaccesible para gran parte de la población.
No obstante, la tendencia global muestra que este mercado tiende a crecer a medida que las familias nucleares sustituyen a las extendidas y que más mujeres se insertan en el mercado laboral, reduciendo la disponibilidad de tiempo para tareas de cuidado. “El cuidado ya no puede ser visto como una responsabilidad exclusiva de las familias; es un desafío social y económico que requiere soluciones colectivas”, subraya Bruno.
En 2022, Paraguay dio un primer paso con la aprobación de la Política Nacional de Cuidados, coordinada por el Ministerio de la Mujer con otras instituciones estatales. Sin embargo, la implementación de servicios públicos aún es incipiente, lo que deja un amplio espacio para la participación de empresas privadas y organizaciones de la sociedad civil.
Los resultados del estudio invitan a repensar la infraestructura del cuidado como un nuevo sector económico en crecimiento, con capacidad de generar empleo formal, profesionalizar el rol de cuidadoras y ofrecer servicios especializados. Al mismo tiempo, plantea un reto de equidad, ya que las soluciones deben ser accesibles también para familias de ingresos bajos.
El futuro demográfico del país ya está marcado: más adultos mayores significan más demanda de cuidados. La pregunta es si nuestro país logrará anticiparse a esta ola plateada con políticas públicas, infraestructura y servicios adecuados, o si la presión recaerá nuevamente sobre los hogares. Lo cierto es que, detrás del desafío social, se abre también una ventana de oportunidades para un rubro que apenas comienza a dar sus primeros pasos en el país.
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