Rubén Recalde: “Los mercados internacionales se conquistan pura y exclusivamente con credibilidad”

El Grupo Leka SA, integrado por YLF, Leka y Guaindupar, se consolidó como un holding familiar referente en la industria local de seguridad industrial, con una proyección que hoy cruza fronteras y compite en mercados internacionales. Bajo el liderazgo de Rubén Recalde, la compañía articula curtiembres, confección textil y distribución de artículos de protección industrial, generando empleo y certificando estándares de calidad mundial.

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La historia de Recalde está marcada por la inspiración de su padre, un confeccionista que desde temprano lo acercó al oficio y le transmitió la importancia del trabajo serio y la credibilidad. Aquel impulso inicial, sumado a su formación en Argentina y Paraguay, sentó las bases de un empresario que encontró en la seguridad industrial un nicho de crecimiento y que hoy lidera un grupo que busca posicionar a nuestro país como un actor competitivo en el mercado global.

¿Cómo empezó su carrera empresarial?

Estudié primario y secundario en Argentina, incluso hice tres años de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata. Por temas familiares volví a Paraguay y, como la Universidad Nacional de Asunción no convalidaba mis materias, decidí inclinarme hacia lo empresarial y me recibí de ingeniero comercial en la Universidad Americana. Desde chico ya trabajaba con mi padre, que era confeccionista, y eso me dio la base para desarrollarme.

En Argentina tuve una distribuidora mayorista de golosinas, lo que me enseñó sobre logística y manejo de montos importantes. Cuando regresé a Paraguay vi que había un terreno fértil para crecer: poca competencia y muchas oportunidades. Inicié en el rubro de seguridad industrial con guantes, cascos, uniformes y calzados. Lo que nos diferenció fue tener stock y poder entregar de forma inmediata en un tiempo en que todos vendían a plazos.

Con el crecimiento montamos nuestra propia curtiembre, YLF, que hoy abastece el 100% de la producción de una firma brasileña con planta en Paraguay. También trabajamos con Guaindupar SA, y hoy somos sus representantes locales número uno para toda la línea de calzados. Siempre apostamos a estar presentes y generar credibilidad con proveedores y clientes.

Paraguay, al ser un país agroganadero, nos da la materia prima: el cuero. Eso nos permite competir a nivel mundial. Con el grupo Leka ya tenemos una planta con 150 empleos y proyectamos llegar a 10 en todo el país, con acuerdos ya cerrados con Emiratos Árabes para proveer a petroleras. Nuestra visión es puramente internacional, porque el mercado local es muy pequeño; de hecho, con solo un 20% de la producción podríamos abastecer todo Paraguay. Hoy competimos globalmente, somos realmente convenientes y competitivos.

¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?

Si me pongo a pensar, realmente solo encontré ventajas. Soy uno de los tantos hijos migrantes de Paraguay y crecí aprendiendo a luchar contra las adversidades. Pasé 22 años fuera y ver el sacrificio de mis padres me hizo valorar mucho más las oportunidades cuando volví. Encontré que, con dedicación, cumpliendo la palabra y siendo honesto, se pueden lograr muchísimas cosas.

El mercado financiero siempre confió en mí porque creían en la persona que estaba al frente, y eso fue clave para mi crecimiento. Cuando tenés respaldo financiero y credibilidad, el límite prácticamente no existe. Por eso siempre fui muy coherente en mis negocios: nunca prometí lo que no podía cumplir y eso me mantuvo con las puertas abiertas en todos lados.

Mi desarrollo siempre estuvo ligado al rubro de la seguridad industrial. Arranqué con guantes y luego fui ampliando la producción a otros subproductos del cuero, incluso llegamos a hacer masticables para perros, pero siempre dentro de la misma línea. Hoy puedo decir con certeza que, aunque diversifiqué, me hice especialista en todo lo que el cuero puede ofrecer.

¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?

Creo que mi mayor logro está en mi familia. Como empresario construí una familia sólida, vengo de una buena raíz y quiero que mis hijos vivan con el mismo respeto con el que crecí yo.

En lo económico, nuestra empresa emblema es Guaindupar, con más de 30 años en el mercado y una trayectoria impecable. En 2011, junto a un socio americano, adquirimos una planta de 12.500 m2 donde empezamos a producir masticables para perros y exportar a Estados Unidos, con excelentes resultados, mientras Guaindupar seguía creciendo.

Más recientemente instalamos Leka Industrial, con la visión de llegar a 10 plantas nuevas. Desde allí producimos uniformes de seguridad industrial, indumentaria técnica ignífuga y artículos especializados para petroleras, principalmente de Argentina, exportando hoy el 95% de lo que fabricamos bajo el régimen de admisión temporaria.

También ingresamos en la confección de soportes textiles para chalecos antibalas, un segmento muy exigente. La credibilidad es clave: los compradores saben que la placa balística resiste, pero lo que miran es la confección, y ahí no puede haber fallas. Por eso, generar confianza es fundamental para conquistar y sostener mercados internacionales. No hay otra manera: los contratos a largo plazo se logran solo con credibilidad.

No se trata solo de producir, sino de mostrar que se puede crear impacto real en las comunidades.

¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?

Creo que lo principal es nunca renegar de un consejo. Yo lo hice muchas veces cuando era joven, tenía ganas de experimentar y no le daba valor a lo que me decían. Eso me hizo perder tiempo y cometer traspiés que podía haber evitado. Con los años entendí que, cuando alguien que te quiere de verdad te da un consejo, lo hace por tu crecimiento.

Hoy me pasa con mi hija, que juega en la selección. Le digo: si te comprometiste, comé bien, descansá, entrená y cumplí un ciclo antes de pasar al otro. No sirve criticar la falta de disciplina en el deporte si uno mismo no es disciplinado.

Mi consejo es simple: cuando el consejo sea sano, aplicalo. No se frustren si las cosas cuestan; muchas veces alguien con experiencia ya sabe qué camino es mejor y te lo está diciendo para tu bien.

¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?

 Yo siempre digo que el verdadero empresario tiene que estar preparado para enfrentar externalidades. Ser empresario es pelearla, levantarse y superar obstáculos. Si alguien se pasa quejando del Estado, entonces no es empresario. El rol es justamente resolver problemas y encontrar oportunidades.

El Estado puede ser un gran aliado, y en Paraguay existen muchos beneficios si uno sabe buscarlos: la admisión temporaria, la maquila, las zonas francas… son herramientas que no existen en países como Brasil o Argentina. Pero esa investigación la tiene que hacer el empresario, no puede quedarse de brazos cruzados esperando que el Estado venga a ofrecerle todo.

En mi experiencia, cuando voy a Emiratos, España o Estados Unidos, el servicio exterior de Paraguay me apoya plenamente. Por eso insisto: el empresario tiene que saber venderse y proyectarse. Para mí, la definición de empresario es clara: no es quien se queja, sino quien genera soluciones, aprovecha los recursos disponibles y contribuye a una sociedad mejor.

El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?

Hoy en Paraguay hay un mercado intelectual bastante amplio, pero tener un título no garantiza el éxito. La práctica es fundamental. Por eso siempre digo que hay que animarse a emprender, aunque implique golpearse en el camino. Esos golpes preparan y dan la experiencia necesaria para que la próxima vez las cosas salgan mejor.

El estudio, por supuesto, es importante. Sin estudio no se llega lejos ni se tiene la intención de crear algo nuevo. Pero mi recomendación es: prepárense y emprendan, prepárense y emprendan. Yo me considero primero un emprendedor y después un empresario. Ese es un proceso, y lo más importante es estar preparado mentalmente para recorrerlo.

¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?

Siempre tuve presente un libro que leí a los 33 años del autor francés Daniel Lemaire. Aunque hablaba de comercio, en realidad el foco estaba en la actitud mental positiva y en cómo nuestros pensamientos influyen en el desarrollo de las cosas. Hoy tengo 55 y todavía lo recuerdo porque me marcó profundamente.

Después de 25 años recibí un mail en el que vi que Lemaire estaba en Paraguay dando cursos. Cuando lo llamé, me di cuenta de que muchas de mis expresiones y forma de pensar estaban prácticamente reflejadas en aquel libro. Él mismo contaba en una parte una anécdota con un lustrabotas en un aeropuerto, a quien le regaló el libro. Años más tarde, ese hombre, que ya no era lustrabotas, lo esperó para agradecerle. Esa historia mostraba que la verdadera recompensa no siempre es el dinero, sino el impacto que generás en las personas.

Ese libro me marcó y reforzó la idea de que la actitud mental positiva es clave para todo lo que hacemos.

¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?

Siempre les digo a los chicos: no hagan caso solo a lo que digo, miren lo que hago. Trato de que mi primer acto cada mañana sea agradecer, porque eso me da la tranquilidad de enfrentar el día sabiendo que habrá problemas, pero también que voy a encararlos.

Recibo muchas críticas, sobre todo con el tema Cerro Porteño, pero no me afecta porque la paz interior es mía y nadie puede quitármela. Les transmito que, si están alegres y seguros de lo que hacen, no deben preocuparse por lo que digan los demás. La verdadera motivación tiene que ser cumplir con uno mismo, no esperar estímulos externos.

La gente necesita automotivarse, saber lo que quiere y hacia dónde va. Una motivación sin norte no sirve. Por eso siempre les digo que piensen como si la fábrica fuera de ellos: si algún día quieren estar en mi lugar, deben comportarse como líderes desde ya. Primero tienen que lograr ustedes mismos lo que quieren, y después podrán inspirar a otros.

Yo cumplo mis metas por responsabilidad, no por buscar un resultado inmediato. Si me comprometí, lo hago. Ese es el mensaje que trato de inculcar.

¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?

Para mí, la mente tiene que estar bien, y para eso el deporte es fundamental. Juego fútbol, pádel, tenis, piki; tengo hasta una cancha de piki en casa. Siempre busco moverme, porque el deporte no solo distrae, también despierta el espíritu de competencia y me obliga a entrenar todos los días. Eso me da concentración, buena respiración y equilibrio.

A veces, por viajes o reuniones, paso dos o tres días durmiendo poco, pero después compenso porque sé que el descanso es indispensable: no hay cuerpo que aguante sin dormir bien.

Creo que la tranquilidad llega cuando uno logra equilibrio en todo: cuerpo, mente y alma. No sirve enfocarse solo en lo económico o solo en lo físico y olvidarse de lo espiritual. El crecimiento debe ser integral. Si queremos aportar a una sociedad mejor, primero tenemos que estar equilibrados nosotros mismos.

 

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