Se trata de una especie de filtro cuyo cuerpo o matriz −similar a una esponja− estaría compuesto por dos biopolímeros: alginato de sodio y agar, provenientes de algas. En el interior de la matriz se encontrarían cantidades de hidroxiapatita, un mineral presente normalmente en estructuras biológicas duras como los huesos, y es capaz de absorber metales pesados. Esta tecnología es factible y no muy costosa, según la impulsora del proyecto.
El dispositivo funciona sumergiéndose en las aguas a tratar. Se dirige particularmente a la recolección de partículas de plomo, cadmio y mercurio en aguas residuales, por lo tanto su uso sería idóneo en el tratamiento de residuos de distintas industrias. Espínola recalcó que si bien hasta este punto del proyecto no se habla aún de un impacto a gran escala, el mismo podría ser replicable incluso con otras variedades de biopolímeros, presentes en materias primas del país.
“Vimos también la posibilidad de trabajar con otros polímeros (orgánicos), por ejemplo el almidón, que en Paraguay abunda”, comentó, aludiendo a mayores usos de la materia prima nacional, en un contexto actual en el que se aprecia la industrialización nacional.
Por otra parte, la hidroxiapatita (el mineral recolector de metales) utilizada para el proyecto fue proveída a partir huesos bovinos, una materia abundante en el país. La especialista aseguró con optimismo que la continuación y replicación de este proyecto podría ser una gran oportunidad para aprovechar restos óseos de la industria frigorífica. Esto agregaría valor y reduciría otro tipo de contaminación.
Y más allá de su aplicación industrial, su impacto social posibilitaría mayor acceso al agua potable para poblaciones en riesgo; la investigación capacitará a alumnos de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) sobre la preparación y caracterización del compuesto desarrollado.
Espínola expresó que se siente agradecida con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ya que este tipo de proyectos científicos son los que ayudan a desarrollar al resto de la sociedad incluyendo a la industria. “Es importante la relación de la universidad con la ciudadanía. Además, posiciona al país y lo visibiliza fuertemente en el ámbito de investigación de materiales”, concluyó.
Inversión en investigación
G. 500 millones fue la inversión del Conacyt para esta iniciativa científica. Al equipo liderado por María Magdalena Espínola pertenecen Pablo Cassanova, con una maestría en química, y Andrea Maldonado, ingeniera de materiales, con gran apoyo de la doctora Magna Monteiro.
La líder del proyecto
María Magdalena Espínola Colman es una investigadora repatriada por el Conacyt a través del Programa de Repatriación y Radicación de Investigadores del Exterior en el Paraguay. Es ingeniera química por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) en la ciudad de Florianópolis, Brasil, donde realizó su maestría y doctorado, este último, en conjunto con la Universidad de São Paulo (USP).
Obtuvo también una beca de posdoctorado de la Fundación de Amparo a la Pesquisa del Estado de São Paulo (Fapesp) realizado en la Universidad de São Paulo (USP) en conjunto con la Queen’s University de Canadá, y cursó un segundo posdoctorado en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp).
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