El sector agropecuario emerge como una sorpresa positiva en este contexto. Inicialmente se proyectaba un crecimiento modesto para el agro, pero la estimación fue corregida significativamente al alza, pasando de un 0,6% a un robusto 5,6%. Este impulso se debe principalmente al crecimiento no anticipado en la producción de maíz, que se expandió en un notable 24,4%, junto con un buen desempeño del arroz. Lo más destacable es que este crecimiento ocurrió en un año que no fue el mejor para la soja, un pilar de la economía nacional, cuya producción si bien es menor a la del año pasado, muestra signos de recuperación.
Complementando este panorama, la ganadería paraguaya tuvo un año excepcional. El comportamiento del sector cárnico fue extraordinario, impulsado por una fuerte demanda externa y elevados precios internacionales. Este éxito no solo beneficia al sector primario, sino que su impacto se traslada directamente a la industria manufacturera, generando un círculo virtuoso en la economía. La carne se consolida así como un producto estrella de las exportaciones nacionales.
El economista Jorge Garicoche analizó este desempeño señalando que la economía viene creciendo de una manera muy interesante. "Uno ve que en la agricultura la soja no tuvo el mejor de sus años y aún así el sector primario tuvo un crecimiento importante", comentó. Además, resaltó el año crucial para la producción ganadera, afirmando que "ese impacto se traslada al sector secundario con las carnes. Ese fue un aliciente muy importante". Garicoche también destacó el aporte de otros cultivos como el trigo y el maíz, y la irrupción de un sector emergente: el forestal, que ahora crece en torno al 9%.
El impulso del agro y la ganadería tuvo un efecto cascada sobre la manufactura. Este sector registró un incremento tremendo, gracias en gran medida a las exportaciones de carne, que crecieron en torno al 36%. Los precios mejoraron y la cartera de clientes se expandió, consolidando este rubro. Asimismo, la industria de la maquila se hace cada vez más presente en la estructura productiva del país, creciendo año tras año y rompiendo récords de manera consistente, lo que diversifica las fuentes de crecimiento.
En el ámbito del comercio, el factor determinante fue el turismo. Según las observaciones, se registraron años con movimientos inéditos en la historia del país, lo que dinamizó significativamente este sector. Esta corrección se reflejó en las proyecciones, ajustando el crecimiento del comercio de un 5,3% a un 7%. El régimen de turismo y las reexportaciones fueron claves en este desempeño, beneficiándose también de los márgenes generados por la manufactura, cuya proyección también fue ligeramente ajustada al alza.
En cuanto a la inflación, se espera una convergencia gradual de la inflación total hacia la meta del 3,5% para el año 2026. En los últimos cuatro a cinco meses se registraron tasas moderadas en los precios de los productos no alimenticios, una tendencia que probablemente continuará. Este comportamiento está sustentado por la estabilidad del tipo de cambio y la evolución de los precios internacionales del petróleo, factores que actúan como anclas para las expectativas de precios.
Un crecimiento del 5,3% representaría el nivel más elevado para la economía paraguaya, lo que genera la pregunta sobre su sostenibilidad. Los analistas del BCP reconocen que estos niveles se encuentran por encima del crecimiento potencial sostenible del país a largo plazo. No obstante, existe un optimismo cauteloso de que en los próximos años se puedan mantener cifras de crecimiento sólidas, aunque con la conciencia de que existen probabilidades de que el desempeño pueda moderarse e indicarse por debajo de estos picos.
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