La idea surgió, según relató Caco Insfrán, referente de Paraguay Overland, a partir de los viajes que el equipo realizó a comunidades aisladas del Chaco. Allí, en medio de caminos afectados por la lluvia y accesos casi intransitables, fueron testigos de una realidad dura, cientos de niños que crecían sin la experiencia de recibir un regalo de Navidad. “Vimos que en muchos lugares la Navidad pasaba como un día más. No llegaban regalos, no había festejo. Entonces pensamos si nuestras camionetas pueden entrar donde nadie más entra, ¿por qué no convertirlas en trineos?”, recordó.
El proyecto tomó forma rápidamente. PYOV presentó la idea a Toyota y el Grupo Toyotoshi, quienes dieron su apoyo inmediato, convirtiendo sus sucursales en centros oficiales de recolección de juguetes. Desde entonces, la campaña se volvió un movimiento nacional que crece año tras año. Esta edición 2025 marca la cuarta entrega consecutiva de Toyota Claus, consolidándose como una de las iniciativas solidarias más llamativas del país por su logística, impacto comunitario y el entusiasmo de sus participantes.
En 2024, la campaña logró llegar a 1.400 niños, un récord para el equipo, que este año se propuso superar esa cifra gracias a la colaboración de particulares y familias enteras que donan juguetes sin requisitos específicos, más allá de ser aptos para distintas edades. “No pedimos nada especial, cualquier regalo que pueda llevar alegría a un niño es bienvenido”, afirmó Insfrán.
El proceso es tan emotivo como desafiante. Hasta una fecha tope, las sucursales de Toyota en Asunción y el área metropolitana reciben las donaciones. Luego, el equipo de la marca clasifica y centraliza los regalos en su casa matriz. Desde allí, PYOV carga sus camionetas—las mismas que durante el año recorren rutas extremas—para transformarlas simbólicamente en trineos que cruzarán caminos de tierra, charcos, barro y kilómetros de silencio rumbo al destino final.
Pero Toyota Claus es un viaje en familia, una tradición que trasciende la entrega de juguetes. Muchos de los participantes llevan a sus hijos para que vivan la experiencia de compartir y conectar con otras realidades. Ver a los niños del Chaco recibir sus regalos de manos de otros niños se convirtió en una de las postales más emocionantes del recorrido. “Uno vuelve con el corazón recargado. Ver a nuestros propios hijos entregar los regalos, sonreír y desear una feliz Navidad a otros chicos… es allí donde uno sabe que el objetivo está cumplido”, dijo Insfrán.
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