Alejandro Ávalos, coordinador del programa, explicó para InfoNegocios que, con algunos ajustes en el manejo diario, tanto los pequeños como los grandes productores pueden proteger mejor a su ganado y evitar pérdidas económicas.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que los animales necesitan resguardo. Si no se cuenta con galpones o estructuras cerradas, se pueden usar árboles, cortinas rompevientos, cobertizos hechos con lo que haya a mano o incluso plásticos y lonas. En casos extremos, se puede encender un fogón cerca de los dormideros, pero siempre bajo vigilancia, para evitar incendios o intoxicaciones.
Además, como los animales gastan más energía cuando hace frío, es crucial reforzar la alimentación. Hay que darles más forraje, alimentos energéticos y, si es posible, suplementos con vitaminas A, D y E, además de minerales. Esto los ayuda a mantener su temperatura corporal y a estar más fuertes ante cualquier enfermedad.
También es importante no descuidar la parte sanitaria: mantener al día las vacunas, desparasitarlos y prestar atención a los síntomas de enfermedades respiratorias, que son más comunes en esta época.
Según el tipo de suelo
El tipo de suelo del establecimiento también influye. En zonas húmedas o bajas, lo ideal es levantar el área donde descansan los animales para que no estén sobre barro o agua. En suelos pesados como los arcillosos, se debe mejorar el drenaje, y en los arenosos, hay que conservar la vegetación para que el frío no pegue tan fuerte. En campos con suelos mixtos, lo mejor es ubicar los refugios en partes más altas, con fácil acceso a agua y comida.
Qué hacer según el sistema de producción: Si el campo es extensivo, se pueden usar árboles y barreras naturales como refugio, agrupar a los animales y darles un poco de suplemento; En los sistemas semi-intensivos, conviene tener cobertizos simples, comederos móviles y separar a los animales más débiles; Para los sistemas intensivos, es ideal contar con galpones, camas secas, ventilación controlada y un monitoreo constante de la salud del ganado.
De acuerdo al tamaño del productor: Los pequeños productores pueden usar materiales locales para armar refugios, juntar a los animales para que se den calor y cuidar especialmente a las vacas preñadas y crías. También es buena idea compartir recursos con vecinos; Los medianos productores pueden organizar mejor la rotación de potreros, preparar alimentos de reserva y armar algún tipo de abrigo básico; Los grandes productores, en cambio, suelen contar con más infraestructura y pueden implementar monitoreos climáticos, planificación profesional y tecnologías más avanzadas.
Más allá del frío de este invierno, el MAG propone que los productores piensen a largo plazo y apuesten por un modelo más sostenible. ¿Cómo? Una buena estrategia es la reforestación de los potreros: plantar entre 50 y 100 árboles por hectárea en líneas o franjas puede ayudar muchísimo.
Estos árboles no solo sirven como sombra en verano, sino que también funcionan como rompevientos en invierno, conservan la humedad del suelo, previenen la erosión, ofrecen alimento adicional y mejoran el bienestar de los animales. Incluso, ayudan a capturar carbono, lo que alinea la producción ganadera con las políticas de lucha contra el cambio climático.
También se recomienda, a mediano plazo, crear bancos forrajeros de invierno, proteger las nacientes de agua con vegetación y, en los casos que se pueda, instalar sensores climáticos para anticiparse a los cambios bruscos de temperatura.
Con estas recomendaciones, los productores pueden enfrentar el invierno de una forma más tranquila y preparada. Cuidar bien al ganado no solo mejora la producción, sino que también asegura que los animales lleguen en buenas condiciones a la primavera. Y en un contexto donde cada cabeza cuenta, estas prácticas pueden marcar la diferencia.
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