La colonia Fortuna Tercera Línea, ubicada en el distrito de Hernandarias, se ha transformado en un pequeño laboratorio de productividad. Con el acompañamiento técnico de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg) y su Agencia Local de Asistencia Técnica (ALAT), los productores locales están logrando resultados que confirman el potencial del suelo paranaense para cultivos de alto rendimiento.
Uno de los datos más llamativos proviene de las fincas de los productores Celso Mendoza, Rodolfo Solís, Ramón Ferreira y Miguel de los Santos Enciso, quienes lograron recolectar 130 bolsas de 20 kilos cada una de remolacha en apenas 0,5 hectáreas. Se trata de la segunda cosecha del año, lo que demuestra que, con manejo adecuado y clima favorable, el cultivo puede convertirse en una fuente de ingresos constante.
La producción se destina al Mercado de Abasto de Asunción, donde encuentra buena demanda y precios competitivos. "Estos resultados reflejan el trabajo sostenido y la asistencia técnica que reciben las familias", comentaron para InfoNegocios los técnicos locales, destacando que la capacitación en manejo de suelos y control sanitario fue clave para alcanzar estos números.
La arveja, una apuesta en crecimiento
En paralelo, los mismos productores se preparan para la cosecha de arveja, cultivada en una superficie de 0,2 hectáreas. Según las proyecciones, el rendimiento podría llegar a 500 kilos por corte. El precio actual del mercado, que oscila entre G. 10.000 y 12.000 por kilo con cáscara, anticipa una rentabilidad atractiva para las familias que apuestan por este rubro.
Más allá de los números, la arveja está ganando terreno por su capacidad de adaptación al clima local y por el valor agregado que representa en la dieta y la comercialización. Además, su cultivo mejora la rotación de suelos, un aspecto fundamental para la sostenibilidad de la agricultura familiar.
El equipo técnico del MAG no solo acompaña estos dos cultivos, sino también otros rubros que fortalecen la base productiva de la zona, como papa, cebolla, ajo y mandioca, todos con excelente desarrollo vegetativo. La combinación de estas variedades no solo diversifica el riesgo económico, sino que también mejora la calidad del suelo y amplía las oportunidades comerciales.
Para el ingeniero agrónomo Aldo Ayala, técnico responsable del PIMA/ALAT Hernandarias, el éxito de estas experiencias responde a una fórmula sencilla pero efectiva: presencia técnica constante, planificación y trabajo coordinado con las familias rurales. "Cada visita es una oportunidad de ajustar prácticas, mejorar resultados y asegurar que los productores saquen el máximo provecho de sus tierras", señaló.
Aunque las cifras puedan parecer pequeñas a escala industrial, representan un cambio profundo en la economía local. Un lote de media hectárea de remolacha puede generar ingresos que superan el millón de guaraníes por ciclo, mientras que la arveja podría multiplicar esa cifra si se mantienen los precios actuales. En comunidades donde la agricultura familiar es la principal fuente de ingresos, esa diferencia significa más estabilidad, empleo rural y arraigo.
El modelo que se está consolidando en Alto Paraná Norte demuestra que el desarrollo rural no depende exclusivamente de grandes inversiones, sino de acompañamiento técnico, capacitación y mercados abiertos. Con más productores sumándose a la experiencia, la región avanza hacia un esquema de agricultura sostenible y rentable, donde cada cultivo cuenta.
En tiempos en que el país busca fortalecer su seguridad alimentaria y aumentar la producción con valor agregado, el ejemplo de Hernandarias se presenta como un caso de éxito replicable: pequeñas parcelas, grandes resultados y familias rurales que, con conocimiento y apoyo, están transformando la tierra en una oportunidad real de progreso.
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