De acuerdo con datos del Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO), la Región Occidental del país registró un total de 109.069 hectáreas sembradas con soja, lo que representa una reducción de más de 45.000 hectáreas con respecto a la campaña anterior. Los departamentos más afectados fueron Boquerón, con 31.537 hectáreas menos, y Alto Paraguay, que perdió 15.091 hectáreas. Presidente Hayes fue la excepción, con un leve aumento de 1.037 hectáreas, alcanzando un total de 14.473.
En conversación con InfoNegocios, Hugo Pastore, director ejecutivo de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), matizó los datos señalando que el informe de INBIO corresponde a una zafra que ya fue cosechada. “No estamos hablando de una reducción actual proyectada, sino de un dato histórico. Lo que sí es cierto es que en el Chaco hubo un descenso en la última campaña, pero esto responde a decisiones estratégicas de los productores”, indicó.
“Muchos productores optaron por rotar con otros cultivos como el algodón, el maíz o el sorgo, en un intento de protegerse tras años de campañas complicadas por la sequía”, explicó Pastore.
Según Pastore, el panorama para la Región Oriental no muestra señales de una variación importante en superficie de siembra. “Debería mantenerse más o menos igual que en los últimos años, aunque algunas zonas como San Pedro siguen sufriendo con temas climáticos”.
El arranque de la nueva campaña de soja está previsto para inicios de septiembre, y tanto en el Chaco como en la Región Oriental, los productores se preparan con cautela, en función de la imprevisibilidad del clima y de las oportunidades que brindan otros cultivos.
“La agricultura en el Chaco va a seguir creciendo. Puede tener subidas y bajadas, pero la tendencia es clara. A veces el productor hace menos soja, pero apuesta por algodón, maíz o sorgo. Son ciclos que responden a estrategias de manejo del suelo y rotación de cultivos”, subrayó Pastore.
Además del manejo agronómico, el contexto económico también juega un rol fundamental. Con el buen momento que atraviesa la carne paraguaya y la alta demanda de proteína vegetal, cultivos como la soja y el maíz tienen una demanda sostenida, tanto para exportación como para alimentación animal.
Pastore destacó que la cosecha de maíz zafriña fue especialmente buena este año, y el precio acompaña. “El maíz puede convertirse en una alternativa rentable para alimentar animales y convertirlo en proteína animal, lo cual cierra el círculo productivo considerando el buen precio actual de la carne”.
En resumen, la caída de la soja en el Chaco no es una señal de crisis, sino más bien un síntoma de madurez productiva. Los agricultores chaqueños están diversificando, rotando y adaptándose mejor al clima y al mercado. El modelo productivo evoluciona, y eso –más que una baja estadística– es una buena noticia para el agro paraguayo.
Tu opinión enriquece este artículo: