“Para nosotros fue un sueño hecho realidad”, mencionó en comunicación con InfoNegocios, Margarita Mbywangi, lideresa de la comunidad y primera mujer indígena en presidir el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI). “La yerba mate puede crecer bajo el monte y darnos beneficios sin destruir el bosque. Eso nos permitió cuidar la tierra y al mismo tiempo salir adelante como comunidad”.
La comunidad inició el proyecto con apenas 47 familias y hoy ya supera las 100. Todos participan del proceso: ancianos, jóvenes y niños. La producción es completamente orgánica, sin agroquímicos, lo que les permitió obtener certificaciones nacionales e internacionales de producción orgánica y de comercio justo.
Estos avales garantizan no solo la calidad de la yerba mate, sino también contratos firmes de compra por un mínimo de tres años. Gracias a ello, Kuetuvy asegura ingresos cercanos a G. 100 millones al año, recursos que se reinvierten en mejorar la infraestructura comunitaria, salud y educación.
“La fuerza de nuestra comunidad está en la unión. Nunca dejamos de trabajar juntos, y esa es la clave de que hoy tengamos nuestra propia planta de procesamiento”, explicó Mbywangi.
Del monte a las góndolas internacionales
La alianza con la empresa Guayakí fue fundamental para internacionalizar el producto. Esta compañía norteamericana lleva dos décadas trabajando con comunidades indígenas y campesinas y en el caso de Kuetuvy, los capacitó en técnicas de cultivo, manejo de plagas y control de calidad.
“El modelo bajo monte demuestra que se puede producir sin destruir”, resaltó Emiliano Mbejyvagi, representante de la comunidad. “No usamos máquinas para desmontar ni químicos que dañen la tierra. Aprovechamos lo que la naturaleza nos da y lo transformamos en oportunidades”.
Además del cultivo, Kuetuvy dio un salto cualitativo con la instalación de un secadero moderno con intercambiador de calor, financiado en parte con apoyo estatal del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Los representantes mencionaron que gracias a ello, el equipo multiplica por cuatro la capacidad de procesamiento, pasando de 2.500 kilos a 10.000 kilos de hoja verde por tanda.
El método de cultivo bajo monte no solo preserva la biodiversidad del Bosque Atlántico del Alto Paraná, sino que además asegura la subsistencia de la comunidad. “Nuestro abuelo nos enseñó que se puede vivir del monte sin destruirlo. Eso hacemos con la yerba mate: cuidamos el bosque, cuidamos nuestra cultura y logramos ingresos dignos”, afirmó Mbywangi.
El impacto social es igual de fuerte: la comunidad se fortaleció en organización, aumentó su número de familias y hoy es reconocida a nivel nacional e internacional como ejemplo de desarrollo sostenible.
Con visión a largo plazo, los Aché de Kuetuvy confían en que su historia inspire a otros pueblos y productores del país. “Queremos demostrar que todo es posible si se trabaja con unión y respeto al medio ambiente”, resumió Mbejyvagi.
Hoy, la yerba mate que se cosecha bajo la sombra de los árboles en Kuetuvy no solo es fuente de vida para la comunidad, sino que también representa al Paraguay en mercados internacionales, mostrando que tradición y modernidad pueden convivir en armonía.
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