“Estamos trabajando en los registros de marca y en la homologación de normas sanitarias, que son requisitos fundamentales para ingresar a Sudáfrica. La aceptación de las muestras fue muy buena y eso nos motiva a acelerar los procesos”, explica Raúl Giménez, representante legal y accionista de la firma.
La estrategia de Dulce Palmata combina el crecimiento sostenido en el mercado interno con la apertura hacia destinos internacionales. A nivel local, la empresa ya está presente en 40 supermercados de Asunción, incluyendo cadenas como Real Villa Morra, Cacique y Gran Vía. El objetivo inmediato es ampliar la distribución a nivel nacional para facilitar el acceso a un producto pensado para personas con diabetes, hipertensión, pacientes oncológicos y quienes buscan alternativas saludables al azúcar y a los edulcorantes artificiales.
En paralelo, la empresa apunta a consolidarse en Sudáfrica como su primer destino internacional. “No buscamos expandirnos por una cuestión meramente económica, sino porque queremos que más personas accedan a un producto con bondades comprobadas para la salud”, subraya Giménez.
El edulcorante de Dulce Palmata se distingue por eliminar el sabor metálico o amargo que suele caracterizar a la stevia. Este logro demandó seis años de investigación antes de salir al mercado. “La clave fue perfeccionar el proceso para que el producto mantenga su dulzor natural sin perder sus propiedades medicinales”, comenta Giménez, quien es médico investigador y lideró los ensayos.
El impacto fue inmediato: en su primer año de operaciones alcanzaron ventas por 1.700 millones de guaraníes. El producto no solo ganó espacio en supermercados, sino también en hospitales como el Regional de Ñeembucú, donde especialistas comenzaron a recomendarlo a pacientes diabéticos.
Producción y capacidad instalada
La planta industrial de Villeta, levantada con una inversión de G. 2.500 millones, permite una producción semanal de 36.000 frascos de 100 ml, 15.000 frascos de 250 ml y otros 15.000 de 500 ml. Este nivel de capacidad responde tanto a la demanda interna como a los planes de exportación.
El modelo de abastecimiento incluye cultivo propio —con un rendimiento de 27.000 kilos por hectárea al año— y el trabajo conjunto con diez productores asociados, de quienes se adquieren entre 600 y 1.000 kilos cada uno. “Buscamos que sean productores con buenas prácticas, porque la calidad es un pilar de nuestra marca”, destaca Giménez.
La expansión no se limita al edulcorante. La firma prepara el lanzamiento de nuevos productos como un energizante natural denominado 1932 (en homenaje a los combatientes de la Guerra del Chaco), un jarabe para la tos, una mermelada de cebolla apta para diabéticos y gotas ansiolíticas elaboradas a base de hierbas medicinales. Todos se encuentran en proceso de aprobación por parte del Ministerio de Salud y Dinavisa.
Para Giménez, el futuro de Dulce Palmata está en consolidar una línea de productos 100% orgánicos que respondan a necesidades específicas de salud, manteniendo la identidad paraguaya como valor agregado. “El ka’a he’ẽ cultivado en Paraguay es único en el mundo por su nivel de dulzor. Esa es nuestra ventaja competitiva”, sostiene.
Más allá de lo comercial, la empresa también promueve un impacto social en la comunidad de Villeta, donde emplea a mujeres que trabajan mientras culminan sus estudios. Gracias a este esquema, dos de ellas ya proyectan ingresar a la universidad el próximo año.
“Queremos crecer, sí, pero también transformar positivamente el entorno en el que operamos”, enfatiza Giménez.
El desafío inmediato es consolidar el ingreso a Sudáfrica y, a partir de allí, abrir otros mercados que valoren la stevia paraguaya como materia prima de calidad. “Dulce Palmata no es solo un producto de mesa. Es salud, innovación y orgullo nacional”, resume Giménez.
Con una combinación de estrategia de mercado, respaldo científico y compromiso social, la compañía se prepara para dar el gran salto que posicione al ka’a he’ẽ paraguayo en el escenario internacional.
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