¿Cómo nació Walterio?
En diciembre del año 2008, abrimos por primera vez las puertas de Walterio en San Bernardino. Éramos nuevos en el negocio, pero teníamos súper claro que queríamos cambiar el concepto de que una hamburguesa es solamente fast food. Nuestra meta era reinventarla. Soy publicista, mi marido es publicista, pero “en casa de herrero cuchillo de palo”. El local creció de boca en boca y siempre nos pedían que se abra una sucursal en Asunción, así que poco a poco se fue gestando la idea y fue así como hoy día ya cumplimos cuatro años en el local ubicado en el barrio Las Mercedes.
¿Siempre te gustó la gastronomía?
Toda la vida cociné, pero no lo hice de manera profesional, vengo de una descendencia tana y yugoslava, adoptada por la familia de mi esposo que tiene descendencia alemana. Así que tengo una mezcla culinaria con una fuerte tradición, pero eso no me bastaba, entonces empecé a estudiar cocina en el IGA y teniendo mi propio emprendimiento trabajaba de pasante en hoteles, porque tenía que aprender (y sigo aprendiendo cada día).
¿Qué es lo que más te enorgullece de Walterio?
Me enorgullece que a partir de Walterio, otras personas también empezaron a hacer buenas hamburguesas y de alguna manera me encanta haber marcado ese camino. Quiere decir que muchas personas apreciaron lo que hacíamos y muchos descubrieron ese nicho de negocio a través de nosotros. En otros países ya existía esa cultura de hamburguesas gourmet. En nuestros viajes íbamos a Shake Shack o a Byron y comíamos hamburguesas fabulosas. El hecho que se abran más lugares como Walterio quiere decir que, si bien no es un producto masivo, ya nos es un nicho, porque cada vez las personas valoran más el hecho de comer bien.
¿Por qué no se industrializan?
Es una pregunta que muchos me hacen, pero yo creo que en ese “amasado” que hacemos transmitimos nuestra pasión. Le llamo “masa” porque nosotros molemos la carne (la única máquina es el molino), luego a partir de allí se especia, se condimenta, se pesa y se respeta el tiempo que necesita ese producto para tomar ese sabor. Todo eso se hace amasando como si fuera un pan. Y existe una energía que se trasmite cuando uno cocina, que lo hace solo a través de las manos y no a través de un proceso industrializado. Hay una sinergia que se da que no tiene explicación. No es algo científico, pero sí creo que es algo único y que de alguna manera eso llega a la mesa del cliente, expresado con mucho amor.
¿Cómo hacés para ser mamá y empresaria a la vez?
Es un gran desafío trabajar y a la vez ser mamá, porque tengo cuatro hijos: Bruno (11) Emma (7) Eric (3) y Anita (1). El proyecto demanda su tiempo y mis hijos también. No me imagino dejando una cosa para hacer la otra, porque creo que lo mío está en hacer ambas. Doy siempre a cada hijo su espacio. Trato de salir a merendar por separado (al menos con los más grandes) así me cuentan sus cosas y nos divertimos hablando. Disfruto mucho de ser mamá.
¿Cómo es tu día a día?
Una rutina normal arranca a las 6:00 h. de la mañana, los más grandes entran al cole a las 7:00 h. los bebés van a las 8:00 h. Trabajo de 8:30 a 11:30 h. hora en que vuelvo a buscarles. A la tarde soy prácticamente chofer, ya que mis hijos tienen múltiples actividades. Mi familia está lejos entonces soy medio clueca y por otro lado, disfruto hablar con ellos mientras nos vamos de un lugar a otro. A la noche siempre doy una vuelta por el local. Vivimos a dos cuadras y esto es una gran facilidad; me permite entrar y salir todo el tiempo, que es clave. ¡No sé que hubiera hecho en otra circunstancia!
¿Qué no puede faltar en tu heladera?
Fui durante nueve años vegetariana, entonces no falta una gran colección de vegetales. También frutas, colita de cuadril, yogures con cereales (que le fascinan a los chicos), quesos y aceitunas para picar y… no como, pero siempre compro embutidos para todos (mis hijos heredaron el gusto a todo tipo de jamones de mi marido). Somos de hacer jugos raros con combinaciones como menta y jengibre. ¡Nos encanta mezclar! Me voy al súper prácticamente día de por medio, ya que no hay nada que aguante con mi batallón.
¿Cuál es tu sueño?
Mi sueño es que nunca se acabe este sueño, porque para mi Walterio es el sueño hecho realidad. En lo familiar deseo que seamos felices como familia, que mis chicos estén sanos y estemos unidos. Yo trabajo mucho, mi marido trabaja mucho y la familia es un trabajo distinto, en donde uno tiene que trabajar día a día para construir el núcleo, los limites, el amor y el respeto. Deseo que ese trabajo rinda sus frutos.
Conociendo a Paola Delvecchio: “transformamos la hamburguesa en un producto saludable”
(Por Nora Vega - @noriveg) A la hamburguesa, una comida que está tildada prácticamente como dañina, Walterio la transformó en un producto saludable, tan sano como comer un bife. Trabajan con carnes de primera calidad, panes artesanales, verduras y proveedores orgánicos. ¿Lo mejor de todo? Todos los productos entran en un estado primario al local, es decir, todo se hace de forma artesanal. Paola Delvecchio, dueña de un carisma atrapante y de un alma inquieta, es publicista, mamá de cuatro hijos, chef y propietaria de este establecimiento, que según sus palabras es “el sueño hecho realidad”.
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