“Queríamos brindar una experiencia diferente, un espacio donde las personas pudieran relajarse, disfrutar de un café de especialidad y conectar con la energía tranquila de los gatos”, contó.
Inspirada por los cat cafés que ya triunfaban en ciudades como Tokio, Londres o Buenos Aires, Lourdes decidió traer ese concepto a Asunción. Coffee Cat tuvo que abrir camino desde cero, enfrentando temas regulatorios, sanitarios y legales. “Fue un proceso largo, lleno de aprendizajes. No había un modelo previo, así que tuvimos que romper esquemas y demostrar que era posible convivir con gatos en un entorno seguro, higiénico y agradable”, explicó.
Desde su apertura, Coffee Cat cautivó a los asuncenos. Los primeros meses fueron un fenómeno, filas de curiosos queriendo conocer el lugar, fotografías virales en redes y una comunidad creciente de amantes del café y los michis. “Superó todas nuestras expectativas. Nunca imaginamos tanta aceptación. Hoy seguimos teniendo una clientela fiel, con muchos visitantes que vuelven una y otra vez solo por el placer de estar aquí”, afirmó la propietaria.
La experiencia no se limita al café, es sensorial, emocional y profundamente humana. Cada cliente vive su momento a su manera. Algunos llegan por curiosidad, otros para relajarse, y muchos simplemente para disfrutar de la compañía de los gatos. “Nos pasa seguido que la gente nos dice que viene a Coffee Cat porque necesita recargar energía o encontrar un poco de calma. Hay algo terapéutico en ver dormir a un gato, en sentir su ronroneo mientras tomás un café”, comentó.
Los gatos de Coffee Cat han sido rescatados por Lourdes y su equipo antes incluso de la apertura del local. De esa “manada original”, se seleccionaron los de carácter más dócil y sociable para formar parte del staff felino. “Ellos son los dueños del lugar. Nosotros solo somos sus invitados”, dijo Lourdes entre risas.
El bienestar animal es un pilar central del proyecto. Cada gato cuenta con controles veterinarios mensuales, ficha sanitaria actualizada, vacunación completa y un espacio especialmente diseñado (el catio) para garantizar su seguridad. El ingreso a esa zona se realiza sin calzado, solo con medias, para evitar contaminaciones. “Todo está pensado para su cuidado y para que la interacción sea segura, tanto para los gatos como para las personas”, explicó.
Aunque los gatos anfitriones ya no están disponibles para adopción, Coffee Cat sigue promoviendo el rescate animal. “La gente sigue abandonando gatitos en nuestros portones, así que los cuidamos, los recuperamos y los damos en adopción. Es parte de nuestro propósito ayudar”, agregó. Además, el local colabora regularmente con refugios, donando alimentos, artículos de limpieza y aportes económicos.
La propuesta gastronómica también tiene su encanto. Fieles al espíritu cambiante del lugar, la carta se renueva con cada estación. En primavera-verano, predominan opciones frescas y livianas; en otoño-invierno, sabores más cálidos y reconfortantes. Todo acompañado de café de especialidad cuidadosamente seleccionado, preparado por baristas formados en la cultura del slow coffee.
Coffee Cat sigue la tendencia del café de especialidad en Paraguay, que hoy vive un crecimiento sin precedentes, y también contribuye a su expansión. “Hace algunos años apenas había un par de cafeterías de este tipo en Asunción. Hoy, hay una movida preciosa, con gente joven que ama el café, que lo valora y que apuesta por la calidad. Nos alegra ser parte de ese cambio cultural”, celebró Lourdes.
Más allá de su estética encantadora, cada detalle del local, desde el aroma del café hasta la calidez del trato, está pensado para generar una sensación de hogar, y a más de un año de haber abierto sus puertas, ya es un referente, pero Lourdes no se detiene. “Queremos seguir creciendo, quizás abrir en otras ciudades, pero sin perder nuestra esencia. Coffee Cat nació para generar bienestar, para demostrar que se puede emprender con amor, con empatía y con conciencia. Ese será siempre nuestro norte”, concluyó.
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