A pesar de la pujanza del Mobile World Congress de Barcelona, cita ineludible para las telecomunicaciones, móviles y apps, CES ha sabido reinventarse para acoger todo lo demás, que no es poco. El programa de conferencias cuenta con más de mil directivos con nombres como Reed Hastings, fundador de Netflix, Brian Krzanich, consejero delegado de Intel o María Barra, su homónima en General Motors. Cada uno tocará algunas de las claves del próximo año: contenidos, wearables y capacidad de proceso, así como el futuro de la automoción.
Se espera que Google y Ford presenten una alianza para impulsar el coche sin conductor. Esta no es la única sorpresa del buscador, que junto a Lenovo desvelará los siguientes pasos de Project Tango, su plan para digitalizar la realidad y crear experiencias virtuales más ricas. En esta misma línea, se espera que Samsung muestre cómo serán los mandos de sus gafas Oculus VR. Su compatriota LG se centrará en una nueva línea de electrodomésticos conectados a Internet.
Los wearables, con Fitbit como líder del mercado, pretenden ir un paso más allá en gestión de datos y predicción de comportamiento humano. Incluso comienzan a despuntar los que miden también la localización y consumo energéticos de sus mascotas caninas.
Sony suele desplegar renovación de catálogo en CES. Se espera que en esta ocasión la lluvia sea especialmente inmensa, con especial atención a Morpheus, sus gafas de realidad virtual, hasta ahora centradas en videojuegos gracias a la potencia de PlayStation 4.
Microsoft, un clásico que durante la época de Steve Ballmer solía abrir el show, apostará por una renovación de su gama de tabletas con alma de PC Surface, un híbrido que gana cada vez más aceptación por su capacidad para combinar ocio y mundo profesional.
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