“La celiaquía es una enfermedad autoinmune que afecta a personas con predisposición genética. El cuerpo, al ingerir gluten, activa una respuesta inmunológica anómala que daña la mucosa del intestino delgado”, explicó Morán. El gluten está presente principalmente en el trigo, la cebada y el centeno, y su consumo desencadena una serie de síntomas que pueden ir desde molestias digestivas leves hasta cuadros severos de desnutrición, anemia, osteoporosis o intolerancia a otros alimentos.
Históricamente, los diagnósticos se daban en etapas avanzadas, cuando los síntomas ya eran muy evidentes. “Antes, llegaban pacientes muy deteriorados, con diarrea crónica, pérdida de peso y múltiples carencias nutricionales”, recordó el especialista. Sin embargo, esto ha cambiado. Hoy se cuenta con estudios serológicos más sensibles, como los anticuerpos antitransglutaminasa y anti gliadina deaminada, que permiten detectar la enfermedad de forma precoz, incluso cuando solo hay hinchazón abdominal o gases persistentes.
La celiaquía puede manifestarse en cualquier momento de la vida, aunque es más frecuente que se detecte entre los 30 y 40 años. “Uno puede haber tolerado bien el gluten de niño, pero si tiene predisposición genética, la enfermedad puede activarse más adelante. La clave es que, ante cualquier síntoma persistente, se consulte al médico y no se elimine el gluten por cuenta propia sin antes realizar los estudios necesarios. Si el paciente deja de consumir gluten antes de los análisis, los resultados pueden dar falsamente negativos”, advirtió.
El mayor conocimiento sobre la enfermedad y la disponibilidad de herramientas diagnósticas han generado un aumento en los casos detectados. Sin embargo, aún no está claro si efectivamente hay más celíacos o si simplemente antes eran subdiagnosticados. Lo cierto es que hoy muchas personas descubren que sus síntomas de toda la vida, antes atribuidos al estrés, a una mala digestión o a la intolerancia a la lactosa, eran en realidad producto de la celiaquía.
Este mayor reconocimiento ha impulsado también una importante transformación en la industria alimentaria. Cada vez más productos en supermercados y restaurantes llevan la etiqueta “libre de gluten”, lo que facilita la vida de los pacientes. “Antes, ser celíaco era casi una condena. Hoy, con más información y más productos disponibles, se puede llevar una vida normal”, aseguró Morán.
Sin embargo, no todo es tan sencillo. La contaminación cruzada sigue siendo un riesgo serio. “Basta una pequeña traza de gluten para desencadenar una respuesta autoinmune”, remarcó el doctor. Por eso, recomienda a los pacientes confiar en productos certificados por entidades reconocidas como la Fundación Paraguaya de Celiacos (FUPACEL), leer siempre las etiquetas y ser especialmente cuidadosos al comer fuera de casa.
En el ámbito sanitario, nuestro país ha avanzado, aunque aún quedan desafíos. Según Morán, tanto en hospitales públicos como en el Instituto de Previsión Social (IPS) están disponibles los principales marcadores para la detección de la celiaquía. Pero el paso fundamental sigue siendo la sospecha clínica. “El médico debe considerar la posibilidad de celiaquía incluso ante síntomas leves. Solo así se puede diagnosticar temprano y evitar complicaciones a largo plazo”.
En el Día Internacional de la Celiaquía, la reflexión es clara: el diagnóstico temprano salva calidad de vida y, en muchos casos, años de malestar innecesario. La educación, tanto de profesionales como de la ciudadanía, sigue siendo la herramienta más poderosa para enfrentar esta enfermedad silenciosa. ¿El mensaje final del especialista? “No te acostumbres a vivir con síntomas digestivos crónicos. Consultá, hacete los estudios y, sobre todo, no te autodiagnostiques. Hoy tenemos los recursos para saber con certeza si sos celíaco o no”.
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