¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Vengo de una familia empresarial; desde mi bisabuelo y mi padre estuvieron en la industria maderera. Soy ingeniero agrónomo y también estudié Administración de Empresas, con la idea de continuar dentro del grupo familiar. Trabajé con mi familia durante dos años, pero luego surgió la oportunidad de venir a Paraguay para explorar negocios ligados a la industria maderera.
Al llegar, me di cuenta de que el país estaba empezando a desarrollar su agro y vi un problema importante: la preparación de tierras para la agricultura se hacía sin una visión de conservación de suelos. Como esta es una región con muchas lluvias, la tierra, una vez sin bosque, terminaba yéndose a los ríos por erosión. Yo había estudiado justamente conservación de suelos en Brasil, así que identifiqué una oportunidad de aplicar mis conocimientos aquí.
Mi familia quería que me quedara en el negocio de la madera, pero mi pasión siempre fue la agronomía. Mi padre no estaba convencido, aunque mi abuelo me apoyó y me dio un préstamo de US$ 5.000 para instalarme. Empecé con dos clientes brasileños que confiaron en mí y que estaban transformando sus áreas pecuarias en agrícolas.
Así nació Agrotec, enfocada en ofrecer servicios agronómicos basados en conservación de suelos. En aquel entonces no vendía productos, solo aplicaba mi conocimiento y trabajaba directamente con mis clientes. Ese fue el inicio de todo.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Creo que los principales obstáculos siempre estuvieron en mis propios pensamientos. Cuando llegué a Paraguay, hace 35 años, el país no tenía la infraestructura que vemos hoy: no había buenas rutas, hoteles, restaurantes ni comodidades. En aquel entonces, para atender a mis clientes me instalaba en carpas dentro de sus propiedades, porque todo quedaba muy lejos y muchas rutas eran de tierra. Si llovía, simplemente no había manera de trasladarse.
Con el tiempo, fui armando un equipo y nos quedábamos varios días viviendo en carpas, trabajando en el campo. A pesar de venir de una familia empresaria fuerte en Brasil, siempre fui una persona sencilla. Mi padre y mi madre me enseñaron a aceptar la vida como es y hacer lo que me gusta, y la verdad es que me apasionaba mi trabajo, aunque las condiciones fueran duras: invierno, frío, agua helada de los ríos para bañarse.
Aprendí que, para cualquier emprendedor, el principal obstáculo es la propia mente. A veces nuestros pensamientos nos empujan a la zona de confort y eso puede frenarnos. Emprender es muy desafiante: no hay garantías, hay mucho trabajo y muchísima incertidumbre.
Por supuesto, también hubo otros obstáculos externos, porque el camino de un emprendedor está lleno de desafíos. Pero si hay una palabra que define lo que me permitió avanzar, es perseverancia. Un emprendedor necesita mantener la visión clara de hacia dónde quiere ir, aunque el camino sea incierto.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Mi mayor éxito como empresario es percibir el impacto que generamos en las personas que trabajan con nosotros. Me llena de satisfacción ver cómo se desarrollan, cómo mejoran y cómo logran cumplir sus propios sueños: comprar su primera casa, su primer coche, pagar la escuela o la universidad de sus hijos, hacer un viaje soñado, casarse y formar una familia.
Para mí, eso es profundamente gratificante: saber que nuestro trabajo como empresa no solo transforma la vida de quienes forman parte del grupo, sino también de las comunidades donde estamos presentes. Hoy tenemos operaciones en todo Paraguay, y ver el impacto que generamos me emociona muchísimo.
Con el tiempo entendí que una empresa puede impactar a la sociedad de dos maneras: positiva o negativa. Si hacemos un trabajo bonito, ético y con valor, respetando nuestro entorno, a nuestros colaboradores, proveedores, clientes y las ciudades donde operamos, podemos transformar vidas de forma enormemente positiva. Y eso, para mí, es lo que más felicidad me da como empresario.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Yo diría que un consejo que me hubiera gustado recibir es perseverar y aprender a sobrepasar los periodos de desánimo que surgen cuando estás construyendo algo y enfrentás dificultades que parecen imposibles de superar. Cuando emprendés, nunca conocés todo el camino, y muchas veces te invaden pensamientos como: “¿Cómo voy a salir de esto ahora?”.
Si alguien me hubiera dicho: “Un emprendimiento siempre trae obstáculos; lo importante es mantenerte enfocado en lo que estás determinado a hacer, seguir avanzando y conservar el buen ánimo”, eso me habría ayudado muchísimo. Consejos psicológicos, acompañados de ejemplos de vida y superación, habrían sido muy útiles, porque me habrían ahorrado tiempo de desánimo, de repensar cosas y hasta de retroceder. Me habrían dado más placer en el proceso de construir.
El consejo principal que puedo dar es ánimo y determinación. Y otro punto clave: estudiar profundamente sobre el negocio que querés emprender. Es fundamental informarse bien sobre las variables que determinan el éxito o el fracaso de tu rubro. Hay aspectos básicos, pero decisivos, que uno debe entender y gestionar correctamente para que un emprendimiento funcione. Cuanto más conocés las variables de tu negocio, mejor podés tomar decisiones y aumentar las chances de que tu proyecto sea exitoso.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Considero que son las dos cosas: el Estado puede ser un gran aliado o un problema, dependiendo de cómo maneje las cosas. He tenido la gracia de conocer más de 50 países, y cuando viajo me gusta entenderlos en profundidad: me quedo varios días, converso con la gente y con otros empresarios. Eso me permitió darme cuenta de que no existen gobiernos perfectos.
Creo que cada Estado hace lo mejor que puede con el conocimiento, la cultura y las demandas de su pueblo en ese momento. Al final, es el pueblo el que elige. Por eso, en lugar de reclamar, prefiero entender qué oportunidades ofrece cada país y enfocarme en ellas. Siempre habrá burocracias y dificultades en cualquier lugar, sea Paraguay, Brasil, Uruguay o China, donde también emprendemos.
Si tuviera que dar un consejo a los gobiernos, diría que su papel principal es garantizar reglas claras y seguridad jurídica. Las reglas deben ser transparentes, entendibles y estables, para que cualquier empresario pueda analizarlas, planificar y tomar decisiones. Además, el respeto a las leyes debe ser evidente: eso genera confianza para invertir.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Yo creo que una de las mayores virtudes del empresariado paraguayo es que existe una consistencia en reinvertir en el propio país. Los empresarios reinvierten lo que ganan en Paraguay y siguen apostando por el desarrollo local. Eso no es tan común en América Latina. Si comparo con Argentina, por ejemplo, la diferencia es enorme: allá muchos empresarios viven pensando en cómo salvarse y buscan mover su capital a otros países porque no sienten seguridad jurídica.
En Paraguay, en cambio, veo que los empresarios creen en el país y eso se refleja en la existencia de empresas muy antiguas, bien estructuradas, capitalizadas y con raíces profundas, porque reinvierten constantemente para mejorar.
Otra virtud que destaco es que muchos empresarios paraguayos preparan muy bien la sucesión familiar. Hay empresas centenarias que siguen siendo gestionadas por las nuevas generaciones, y eso no es fácil de encontrar en otros países de Latinoamérica.
Además, creo que el empresario paraguayo maneja muy bien los números. Tiene un buen control sobre la rentabilidad, los ajustes necesarios y la gestión financiera para sostener y hacer crecer sus negocios. En mi experiencia, las empresas paraguayas son más profesionales de lo que muchas veces la sociedad percibe.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Creo que en Paraguay es fundamental invertir, tanto desde el sector público como desde el sector privado, en la preparación y gestión de los emprendimientos familiares. La nueva generación necesita mucho apoyo, porque los mercados globales evolucionan rápidamente y lo que funcionaba bien ayer puede dejar de funcionar mañana.
No hablo solo de emprendedores: hay que ser realistas, no todos deben ni quieren emprender. El emprendimiento no es para todos, porque implica incertidumbre constante y no ofrece estabilidad. Hay personas que prefieren entornos más predecibles y, para ellas, ser excelentes ejecutivos puede ser la mejor opción. Pero un ejecutivo también puede tener visión emprendedora: alguien que trabaja en una compañía, aplica estrategias innovadoras, genera valor y, gracias a eso, puede ganarse respeto, reconocimiento e incluso participación accionaria dentro del grupo empresarial.
Por eso, considero que debemos preparar ambos perfiles: emprendedores capaces de crear y gestionar sus propios negocios y ejecutivos emprendedores que, dentro de empresas establecidas, aporten una visión estratégica y de crecimiento.
Tanto el gobierno como la iniciativa privada —a través de asociaciones empresariales y gremios— deberían crear o fortalecer escuelas de formación, o apoyar a las que ya existen, para desarrollar emprendedores, ejecutivos y gestores con visión empresarial. Esto sería fundamental para el futuro del país.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
El libro que más me gusta es “Good to Great”, de Jim Collins. Es un autor estadounidense que estudió las características de las empresas centenarias, aquellas que lograron trascender épocas, sobrevivir a guerras, crisis económicas. Collins analiza qué tienen en común estas empresas que siguen prosperando con el tiempo. Hay compañías que tienen más de 500 años y aún permanecen activas, y el libro describe muy bien los factores que las mantienen vigentes y exitosas.
Una de las principales lecciones que extraje es el concepto de mejora continua: mantener siempre una visión clara y trabajar día a día para ajustar, aprender y evolucionar como compañía. Creo firmemente que este enfoque es esencial para construir empresas hechas para durar.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Para mantener un equipo motivado, creo que lo primero es darles un sentido de pertenencia. Es fundamental que cada profesional sienta que forma parte de la empresa, que es escuchado y que participa en las decisiones. No se trata solo de dar órdenes y esperar que las ejecuten, sino de involucrarlos en el proceso.
Para mí, es mejor preguntar antes que explicar: “¿Qué te parece esta idea? ¿Cómo lo harías vos?”. Cuando incluís al equipo en la toma de decisiones, no solo aprovechás su conocimiento, sino que además lográs que se comprometan más con el resultado, porque sienten que la idea también es suya.
Al final, quien ejecuta la tarea es esa persona, no el líder, así que es clave que entienda el propósito y comparta la visión.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Lo que hago es reservar momentos de pausa para mí todos los días. Me despierto muy temprano, y de 5:00 a 7:00 dedico ese tiempo únicamente a mí. En esas horas no respondo mails ni mensajes; lo uso para leer, meditar, escuchar música y empezar el día con buena energía. Me gustan mucho las frecuencias vibratorias, músicas que aumentan el bienestar y ayudan a iniciar la jornada con una vibra alta y relajada.
Más adelante, antes del mediodía, hago otra pausa: tomo unas dos horas para el almuerzo. A veces puedo descansar una hora entera, otras no tanto, pero busco cambiar de ambiente. Salgo de la oficina y me voy a un café, restaurante o un espacio verde. Me gusta trabajar un rato desde ahí, viendo gente pasar, escuchando los pájaros, sintiendo el viento, disfrutando del cielo y la naturaleza. Eso me genera mucho bienestar y me ayuda a retomar la jornada con energía.
Al final del día, siempre incluyo una actividad placentera: generalmente voy al gimnasio o hago algún deporte que me dé alegría. Y algo muy importante: no trabajo de noche. No llevo tareas a casa; dejo todo para el día siguiente.
Otro consejo para cualquier emprendedor es que encuentre actividades que le den satisfacción personal y las incluya en su rutina, aunque sea tres veces por semana.
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