¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Creamos con Randy Wood la empresa González Acosta&Wood (GA&W) en 1993, que nació en base a nuestra larga experiencia trabajando con empresas multinacionales en el área del management. La diferencia con la empresa de construcción tradicional que trabaja llave en mano es que nosotros lo hacemos bajo la modalidad de gerenciamiento.
Con el tiempo nos dimos cuenta de que debíamos asumir el papel de desarrolladores inmobiliarios. Con un grupo de amigos conformamos Emprendimientos Hoteleros que trajo el Sheraton, construimos el hotel Aloft, y después creamos Capitalis responsable del desarrollo del eje corporativo Aviadores del Chaco, y varios edificios de oficina que concluyen con el World Trade Center (WTC), el primer complejo de oficinas, que también llevamos a Ciudad del Este, donde planeamos construir la segunda torre. Después creamos Habitalis para el desarrollo de emprendimientos residenciales.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
No puedo señalar que haya encontrado obstáculos. Creo que cuando uno tiene un propósito claro, una visión clara, se superan los obstáculos que van apareciendo. Pero el sistema de crédito, de financiamiento siempre es un desafío. Cuando estábamos por concluir el Sheraton quebró el Banco Alemán, donde teníamos toda nuestra línea. Un hecho así puede convertirse en una fatalidad o en una oportunidad. Nosotros lo convertimos en oportunidad y fuimos avanzando, porque cuando el propósito y la vocación son fuertes se van superando los obstáculos.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Tratar de ser una herramienta de desarrollo. Más allá del éxito material, lo importante es ir caminando de acuerdo al propósito que uno asume como ciudadano, como profesional, como persona. Ir cumpliendo los propósitos es el éxito; más allá del ladrillo lo intangible es más importante. Por eso todos los proyectos que fuimos encarando tienen detrás un propósito.
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¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Creo que tiene una gran capacidad creativa. Una vez que tiene una visión, una pasión sobre algo, pone todo su esfuerzo como en todas las cosas, como en el deporte. Ese carácter paraguayo le vale para todo. Y tal vez el desafío es que nos animemos más a soñar, a emprender. Paraguay nos necesita y para convertir estas oportunidades que tenemos como país en una realidad hacen falta emprendedores.
Debemos creer en nosotros, atrevernos a soñar y convencernos de que se puede y trascender las fronteras. Es un desafío para un país pequeño y con poca población, el camino de nuestro desarrollo pasa por abrirnos al mundo como empresarios, como país. En el mundo están el capital, el conocimiento, el mercado.
También es muy importante que los empresarios nos comprometamos con un modelo de país y hagamos nuestra parte en la construcción de esa visión, conjuntamente con el sector público y la sociedad. Debemos comprometernos con el desarrollo que tenga triple impacto y no solo resultados económicos, que haya influido positivamente en el ambiente, y haya tenido un impacto social importante.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Trabajar en equipo, compartir los resultados, generar confianza, que es clave para trabajar. Ninguna persona piensa mejor que dos, ni dos que tres. También es importante el trabajo horizontal, participativo, un liderazgo compartido, no uno unilateral ni vertical; eso está obsoleto.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
La intuición es muy importante pero hay que sostenerla con una mirada integral en lo financiero, lo administrativo, en el manejo de los recursos humanos. La visión estratégica, la capacidad e innovar, invertir en capacitación tienen que ser constante. El mundo se ha vuelto muy competitivo. Este es el mundo del conocimiento, y hay que actualizarlo diariamente.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Lamentablemente el Estado es un obstáculo. No está a la altura de las exigencias para desarrollarnos. Tenemos déficits en infraestructura, movilidad, educación. En la zona del eje corporativo hay una inversión de casi US$ 2.000 millones pero no hay una contrapartida de parte del sector público.
Y si queremos crecer económicamente, transformar nuestro modelo educativo, la clave pasa por desarrollar nuestro capital humano. No hay políticas públicas apuntando a eso; al contrario, nuestra educación está muy atrasada y también la salud. Si implementamos políticas educativas que mejoren el capital humano, esa va a ser la herramienta más importante de nuestro desarrollo.
Otra reforma fundamental es la previsional, que asegure al empleado estar cubierto a lo largo de su vida es una tranquilidad enorme y contribuye a un clima que es favorable para el desarrollo de las empresas y los negocios.
Como Estado también tenemos un gran déficit en la capacidad de gestión. Y eso es producto de un modelo clientelar y prebendario, que ha ido llenando la administración pública de funcionarios con muy poca capacidad.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
Uno que me sirvió muchísimo para mirar dentro de esto que estamos hablando porque se puede, que hay un mundo de oportunidades es La Tierra es Plana de Thomas L. Friedman, donde se plantea que a partir de internet el mundo se aplanó y ya no hay límites.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
La motivación más importante es el propósito, compartir la visión, saber qué estamos haciendo y construyendo, que no estamos sumando ladrillos en una pared, que estamos haciendo algo que va a trascender y ser útil a la sociedad y al país.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
En mi caso hago lo que me gusta y cuando uno hace lo que le gusta no se estresa. El músico que toca un arpa, una guitarra nunca se estresa. Yo hago lo que quiero, con un propósito, y eso me llena de empuje y vitalidad.
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