“En el Mercosur existen dos conjuntos de productos que no forman parte de la liberación arancelaria entre los países miembros: los productos del azúcar y los de la industria automotriz. En el caso de la industria del azúcar no hubo acuerdo alguno ni avances de entendimiento para llegar a la liberación arancelaria. En el campo automotriz hubo acuerdos bilaterales suscritos entre la Argentina y el Brasil, y entre estos dos países y el Uruguay, que llevaron a la reducción y eventual liberación arancelaria del comercio de exportación e importación, aunque con la imposición de cuotas de mercado y otras exigencias”, resaltó el economista y directivo de CADEP, Fernando Massi.
Para saber más sobre la cuestión, debemos remitirnos a la experiencia de otro país que si ya tiene acuerdos establecidos hace mucho tiempo. Por eso hablaremos más sobre la experiencia de los charrúas.
La experiencia uruguaya
Uruguay decidió firmar acuerdos bilaterales con Argentina y Brasil en el ámbito de la producción automotriz sobre la base de los convenios que ya tenía con esas dos grandes economías.
El acuerdo bilateral con Argentina, firmado en 2003, permitía que las exportaciones uruguayas de vehículos y autopartes ingresen libre de aranceles al mercado argentino siempre y cuando cumplan las reglas de origen, que exigían un contenido regional de 60% para las autopartes y de más del 60% para los vehículos.
Las condiciones fueron similares en el acuerdo del Brasil, pero con una exigencia de componente regional menor en el caso de las autopartes, del 50% para la liberalización arancelaria total o, lo que es lo mismo, el 100% de preferencia arancelaria.
Estos acuerdos bilaterales fueron renovados varias veces desde inicios de los 2000, ampliando principalmente las cuotas de ingresos de tipos de vehículos y autopartes en forma bilateral.
“En el año 2000 el Uruguay exportaba solo US$ 59 millones en autopartes, valor que se incrementó a US$ 274 millones en 2013 y no bajó de US$ 200 millones en 2015. De otro lado, la exportación uruguaya de vehículos se inició con US$ 121 millones en 2000 para luego reducirse dramáticamente en los años siguientes y repuntar recién a partir de 2011. De todas maneras, el total exportado de vehículos en el 2015 arroja una suma igual a la del año 2000”, destacó.
Hasta el momento, el 100% de los vehículos ensamblados y fabricados en el Uruguay tienen como mercados a la Argentina y el Brasil. Cabe también mencionar que en el caso de las autopartes, un 5% se vende a países europeos, y que el valor de exportación de autopartes es superior a la exportación de vehículos ensamblados.
Las perspectivas para el Paraguay
El Régimen Automotor Nacional (RAN) ha servido para el ensamble y fabricación de motocicletas en el país y, últimamente, de pequeños camiones y vehículos utilitarios. Las partes de estos rodados proceden mayoritariamente de la China y, por lo tanto, las unidades producidas contienen escaso componente nacional.
Por otro lado, empresas asiáticas y brasileñas se han instalado en el país para la fabricación de cableados eléctricos para automóviles cuyos montajes se realizan en el Brasil. Pero este producto, en particular, no es considerado como autoparte, estrictamente, en el sistema arancelario.
“Un acuerdo con el Brasil en materia automotriz no precisamente abrirá un mercado para los automóviles ensamblados en el Paraguay, cuyas ventas seguirán orientándose al mercado interno mientras no cumplan con un componente regional alto como el que se le ha exigido al Uruguay. No ocurrirá lo mismo con las autopartes que ya cuentan con inversión brasileña y asiática, que aprovecharán la apertura de mercado para diversificar y aumentar su producción”, subrayó
De cualquier manera, las exigencias brasileñas para la liberación del comercio de automóviles y autopartes no serían diferentes a las acordadas por Brasil con el Uruguay.
Sin embargo, el Paraguay podría lograr que el componente regional se reduzca al 40% con el fundamento del régimen de origen preferencial que actualmente posee como país de menor desarrollo relativo en el Mercosur.
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