Según el reporte oficial, las importaciones totalizaron US$ 16.565 millones entre enero y noviembre, lo que supone un crecimiento del 10,8% respecto al año anterior, con un mayor dinamismo en bienes de consumo, bienes de capital y manufacturas industriales. China consolidó su liderazgo como principal origen de las compras externas, con el 34,4% de participación, seguida de Brasil, con el 23,3%, y Estados Unidos, con el 6,2%, reafirmando la dependencia del comercio paraguayo respecto a la región y a Asia.
El 2025 comenzó con uno de los escenarios más complejos de los últimos años. Dumot recuerda que el primer trimestre estuvo condicionado por un dólar que escaló hasta los G. 8.000, golpeando la estructura de costos del sector. A ello se sumaron los efectos de la guerra comercial internacional y la bajante extrema del río Paraguay, que encareció el transporte, generó demoras y obligó a un operativo de dragado de emergencia. “Tuvimos un período muy complicado, con un dólar trepando hasta los G. 8.000 y un primer trimestre muy afectado por los aranceles internacionales y la crisis logística”, señaló. Y fue contundente al describir el nivel de riesgo que se vivió: “Sin el dragado conjunto entre el sector público y privado, la navegación se hubiera cortado al 100%”.
A pesar del difícil arranque, el año dio un giro positivo desde mediados del segundo trimestre. La mejora en la navegabilidad del río, la normalización progresiva de los flujos desde Asia y la inesperada caída del tipo de cambio impulsaron al sector a un ritmo que superó todas las previsiones.
El CIP estima un crecimiento del 5% en el primer semestre y cercano al 10% en el segundo, acompañado de una reducción importante en los precios de la mayoría de los artículos de consumo masivo. “En este segundo semestre hubo una reducción importante en la mayoría de los artículos de consumo masivo, y eso permitió incluso apoyar la campaña de fin de año con Capasu”, destacó Dumot. El BCP confirma esta tendencia: las importaciones de bienes de consumo crecieron 15,1%, mientras que las compras bajo el Régimen de Turismo aumentaron 8,4% en igual período, y los bienes de capital registraron un dinamismo del 19,5%.
La formalización del mercado también tuvo un mejor año. Rubros históricamente golpeados por el contrabando, como los combustibles, mostraron señales de recuperación, al igual que categorías de consumo masivo como alimentos, productos de limpieza y cuidado personal. Sin embargo, no todos los segmentos acompañaron la mejora. Dumot reconoce que “vinos y aceites continúan muy afectados por el contrabando argentino”, una distorsión que, pese al avance en otros mercados, sigue condicionando la competencia en ciertos rubros.
Otro fenómeno relevante del 2025 fue el aumento de la importación de carne, que ayudó a equilibrar la disponibilidad interna ante la fuerte demanda externa y la presión sobre algunos cortes. “La importación de carne de Brasil ayudó a evitar faltantes y a estabilizar el precio de cortes como la costilla”, explicó.
El tipo de cambio se instaló como la principal preocupación hacia el cierre del año. La caída del dólar por debajo de los G. 7.000 en diciembre sorprendió al sector y encendió señales de alerta por su impacto en la competitividad y la rentabilidad.
“Está fuera de todos los pronósticos y aún no comprendemos completamente qué factores internos están presionando al dólar”, afirmó Dumot. Para el CIP, el rango ideal para sostener equilibrio y previsibilidad debería ubicarse entre G. 7.000 y G. 7.300, un nivel que no perjudique a los exportadores, pero que mantenga precios accesibles para consumidores y empresas.
Con miras al 2026, el sector ve oportunidades claras para mejorar la competitividad del país, pero destaca la necesidad de avanzar en soluciones de largo plazo. Dumot insiste en que Paraguay debe aplicar una política de dragado permanente en la hidrovía mediante un esquema de concesión y peaje que garantice una navegabilidad continua.
También considera urgente eliminar o automatizar licencias de importación que mantienen trabas innecesarias y reclama mayor transparencia en los datos oficiales para el sector privado. Señala, además, que el año político obliga a un doble cuidado: “Necesitamos que el Gobierno nos consulte antes de tomar decisiones económicas; no podemos tener medidas populistas”.
El 2026 se proyecta como un año de mayor estabilidad, mejores precios, mayor variedad de productos y un escenario competitivo, si se mantienen las condiciones cambiarias y logísticas. “El 2026 puede ser un año muy favorable para el sector importador”, anticipó Dumot, aunque dejó en claro que la clave será sostener la previsibilidad y evitar sobresaltos en el tipo de cambio.
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