“El cambio climático, originado fundamentalmente por las emisiones de origen antropogénico, produce modificaciones ya discernibles en el clima, tales como un aumento de la temperatura media global, cambios de los patrones de precipitación, el alza del nivel del mar, la reducción de la criósfera y los cambios en los patrones de los fenómenos climáticos extremos”, dice el documento "La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe", elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Rojas mencionó que las altas temperaturas poseen un impacto directo en el trabajo, teniendo en cuenta que muchas actividades se desarrollan en ambientes externos, como la construcción, el trabajo en las calles, las ventas, el transporte, actividades que se hacen en contextos muy adversos, por lo cual tiende a que la producción disminuya. “En un artículo publicado por la Universidad de Berkeley en la revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT) hay algunas estadísticas sobre cómo cae la productividad del trabajo y el rendimiento de algunos cultivos a partir del incremento de la temperatura. El impacto del calor como el que tenemos en Paraguay, que aumenta cada año, disminuye la producción agrícola y el rendimiento de los cultivos por la falta de lluvias”, reveló el economista.
Indicó que también hay otros efectos, como por ejemplo la menor visita de turistas, por las implicancias que puede tener en la salud estar en un país con mucho calor.
“El sector primario es tremendamente perjudicado por el calor, se elevará mucho el costo para mantener los cultivos que enfrenten las altas temperaturas. En consecuencia, tendremos alimentos cada vez más caros”, manifestó Rojas. El entrevistado nos dijo que el trabajo en el campo no está aún automatizado y que los que trabajan la tierra son bastante afectados por los climas excesivamente cálidos.
Según el informe Indicadores de Cambio Climático en América Latina y el Caribe, de la Cepal, el impacto en la agricultura se traduce en la disminución de la producción y calidad de los alimentos, ingresos más bajos y alza de precios. Esto debido a temperaturas extremas, precipitación abundante y concentración de dióxido de carbono.
Mientras que materias primas como la soja y el trigo, dos de las principales plantaciones que tiene el país, serán las más perjudicadas si los excesivos climas calurosos continúan. En el caso de la soja, en el 2050 empezaría a tener un declive consecutivo de su rendimiento, y con el trigo ocurriría lo mismo desde el 2048, esto ocurriría en el caso de que se intensifique el uso de energías fósiles con emisiones de gases mucho mayores a las que hoy en día existen, de acuerdo al informe La economía del Cambio Climático en el Paraguay, elaborado en 2014, por el mismo organismo.
Sobre el sector secundario, Rojas agregó que el rubro de la construcción podría ser uno de los más perjudicados por las altas temperaturas, teniendo en cuenta el tipo de trabajo que requieren las construcciones de viviendas y las viales.
“Para crear un ambiente más adecuado para la vida y para el trabajo hay que frenar los factores que inciden en el cambio climático y en el calentamiento global. La deforestación de bosques en Paraguay es muy acelerada, también hay que modificar el modelo productivo, agroganadero a gran escala, especialmente los monocultivos de soja y la producción intensiva de ganadería”, sostuvo el economista. Para Rojas, lo ideal es pensar en un modelo productivo menos dañino, a menor escala, que fomente la creación de pequeñas y medianas fincas con cultivo diversificado.
En cuanto a las finanzas, Rojas agregó que este clima genera más gastos a las familias, a las empresas y el propio Estado. “En temperaturas extremas el gasto de energía eléctrica y combustible incrementan porque se usa mucho el aire acondicionado, por dar un ejemplo. El cambio climático debe tratarse con políticas públicas que ataquen el modelo productivo a gran escala y la urbanización desordenada, se debería trabajar en la creación barrios y viviendas más sostenibles para evitar el gasto excesivo”, expresó el economista.
Por último, consideró importante incentivar la reducción del uso de automóviles particulares y trabajar en un sistema de transporte público más eficiente, moderno y confortable.
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