De “pasa correos” a gestora estratégica
Durante mucho tiempo, la figura de la ejecutiva de cuentas fue vista como la persona encargada de transmitir mensajes entre cliente y equipo creativo. Sin embargo, los tiempos cambiaron. Hoy, el rol demanda capacidad de análisis, organización, negociación y liderazgo. Ya no se trata solo de llevar y traer información, sino de darle sentido, priorizar y ejecutar con visión estratégica.
Un buen project manager entiende que cada proyecto tiene múltiples capas: presupuesto, tiempos, recursos humanos, creatividad y expectativas del cliente. Lograr que todo eso se alinee requiere algo más que buena voluntad: exige metodología, empatía y proactividad.
La importancia de conocer a la marca
Cada cliente es distinto. Cada marca, un universo con su propia voz, cultura y objetivos. Por eso, la ejecutiva de cuentas que se limita a reenviar instrucciones pierde la oportunidad de aportar valor. El verdadero diferencial está en conocer profundamente la marca: su historia, su audiencia, sus dolores y aspiraciones.
Ese conocimiento permite anticipar necesidades, detectar oportunidades y hasta evitar crisis antes de que ocurran. Una ejecutiva que dedica tiempo a comprender lo que representa la marca no solo facilita procesos, sino que se convierte en aliada estratégica del cliente.
La gestión como puente entre equipos
Otro punto clave es el rol de puente. En una agencia de marketing o comunicación conviven perfiles muy distintos: creativos, diseñadores, redactores, planners, especialistas en medios y clientes con expectativas variadas. La ejecutiva de cuentas o project manager debe traducir, organizar y alinear esas visiones para que todos trabajen hacia un mismo objetivo.
Aquí la comunicación es esencial: no solo transmitir lo que se debe hacer, sino también explicar por qué, con qué recursos y en qué plazos. Esto reduce malentendidos y fomenta una cultura de trabajo más colaborativa y eficiente.
Profesionalismo sin dramatismos
El marketing es apasionante, pero también exigente: deadlines ajustados, cambios de última hora, campañas que deben estar listas “para ayer”. En ese contexto, es fácil dejarse llevar por el estrés o los roces. Sin embargo, una buena ejecutiva de cuentas sabe que no se trata de tomar nada de manera personal.
Como solemos decir: no salvamos vidas, creamos estrategias y sacamos posteos. Esa perspectiva ayuda a mantener la calma y enfocarse en lo que realmente importa: que la marca brille, que el cliente confíe y que el equipo interno trabaje con motivación.
Un rol que evoluciona
El perfil de la ejecutiva de cuentas y del project manager está en constante evolución. Hoy, además de las habilidades clásicas, se espera dominio de herramientas digitales, comprensión de métricas de rendimiento, manejo de metodologías ágiles y sensibilidad hacia las tendencias de consumo.
Más allá de la etiqueta, lo que queda claro es que este rol se ha convertido en un pilar estratégico en la industria del marketing. No es solo la persona que responde correos: es quien ayuda a que las ideas se conviertan en resultados tangibles.
Ya no se trata solo de llevar solo de llevar y traer información, sino de darle sentido, priorizar y ejecutar con visión estratégica.
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